DeMarre Carroll, seguro de que los Raptors hubiesen ganado jugando en su cancha

Era de una las grandes cuestiones que rodeaban a la reanudación de la temporada en la burbuja de Orlando allá por los albores del mes de junio. Dejando a un lado el tema principal, el de la seguridad, a los equipos les preocupaba el hecho de que el factor cancha desapareciese al tratarse de una sede única. Quedar primero o segundo de la conferencia solo reportaría en Disney World la satisfacción de enfrentarte a rivales más sencillos a priori; pero claro, con el paso de las eliminatorias las fuerzas se igualarían y ahí, el hecho de contar con el apoyo de tu pabellón sí podría decantar la balanza.

Así llegamos al Game 7 entre Toronto Raptors y Boston Celtics. Con una mejor clasificación en regular season, a los canadienses les hubiese tocado disputar el partido en el Air Canada Centre. ¿Hubiesen ganado en ese caso? Ahí es justo donde pone el acento DeMarre Carrroll, quien jugó en la franquicia canadiense entre 2015 y 2017. «Creo que Toronto habría ganado esta serie fácilmente con un séptimo partido en casa… Los aficionados de Toronto te empujan a conseguir 5 o 10 puntos más con su energía», explica a través de su cuenta de Twitter.

Carroll puede tener razón, pero todos conocían el contexto antes de saltar al parqué. Aunque por momentos (primera ronda) se ha mantenido el porcentaje de encuentros que ganaban los equipos como local, este hecho parece haberse dado más por la diferencia de nivel de los equipos que por otros factores. La NBA ha adornado las canchas con los logos de los conjuntos que debían jugar en sus canchas, ha trasladado los gritos de ánimo que suelen escuchar por megafonía y ha posibilitado que haya aficionados virtuales de sus equipos. No está mal, pero la realidad es que en la serie entre Toronto y Boston todos los partidos se han saldado con victoria ‘visitante’.

Antes de llegar a este punto, y quizás previendo algo así, los mejor clasificados de la temporada regular plantearon en junio algunas medidas para contrarrestar la pérdida de no jugar en sus pabellones. Entre las ideas se incluyó el tener la posesión inicial en los tres últimos cuartos, elegir a un jugador que pudiese hacer siete faltas o tener un challenge extra para revisar una acción arbitral. Nada de esto se implantó. La NBA entendió que cambiar las reglas del juego no era una opción y se optó por únicamente añadir efectos ambientales que recreasen el jugar como local. La cuestión es que por mucho que se hayan esforzado, un séptimo partido al estilo clásico poco tiene que ver con lo que se ve en Orlando, al menos a nivel de intensidad en las gradas.

(Fotografía de Elsa/Getty Images)


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