¿Por qué tenemos la sensación de que estamos viendo unos Playoffs muy descafeinados? Muy sencillo, porque lo están siendo.
En estos momentos, de las ocho eliminatorias en juego seis de ellas ya reflejan un 2-0. Sólo los Indiana Pacers con un excelso Paul George, y los Mavericks en el segundo choque y por milésimas de bocina, logran mantener sus contiendas empatadas a uno.
También es cierto, y hay que tener este dato muy en cuenta, que los seis equipos invictos lo son jugando como locales. Ahora es el momento de que los vencidos remen al calor de su afición. Sin embargo, hay una estadística histórica que nos revela NBC Sports que hace pensar que cualquier remontada está casi imposible. En eliminatorias que han llegado al séptimo partido, en el 94% de las ocasiones la clasificación ha terminado cayendo a favor del conjunto que ganó los dos primeros envites. El esfuerzo de la remontada, parece, pasa una factura brutal.
Resignación o épica
Por lo tanto, es una batalla a dos bandos; contra la historia y contra un, ya, adverso marcador. Celtics, Blazers, Pistons, Pistons o Hornets deberán recurrir a la épica para fraguar la remontada. Lo de los Rockets, de lograrlo, sería directamente de otra galaxia —y a Memphis, evitar nombrarlos casi sería lo mejor—.
Con dos partidos por eliminatoria jugada, los marcadores registran una diferencia media de 17,3 puntos entre vencedor y vencido. Excesiva para vivir los últimos cuartos con la deseada tensión. La biblioteca de la NBA nos habla de que éste es el mayor margen presenciado desde 1984.
Desde que se instauró la regla de los siete partidos —lo que implica ganar cuatro para pasar— en cada Primera Ronda se han disputado al menos siete choques más que los 32 mínimos y perentorios — es decir, 39 partidos asegurados—.
Confiemos en que las cosas cambien, las balanzas se equilibren un poco, y los relegados nos obsequien con un poco más de pelea en el barro en lo que les resta de serie.
