Dado el irregular discurrir de Minnesota Timberwolves en el presente curso, algo que ha sido además adornado lamentablemente con la lesión de Zach LaVine para lo que resta de campaña, se podría pensar que desde Minneapolis se lanzaría la toalla cual boxeador para echar el cierre a la espera de un año mejor.
Nada más lejos de la realidad. Contando con dos impresionantes jugadores como Karl-Anthony Towns y Andrew Wiggins, todos los estamentos de la franquicia, desde el propietario (Glen Taylor) al último asistente, están centrados en ganar el mayor número de partidos posible para conseguir un sitio para disputar la postemporada, algo que no logran desde el la campaña 2003-04.
«Trabajamos todos con la misma idea, conseguir entrar y obtener experiencia. Solo ganar partidos para intentar llegar vale la pena. Nuestros chicos no pueden ver nada positivo en perder partidos. Deben ganar partidos, y si no podemos vencer en los suficientes para llegar a los playoffs, el simple trabajo realizado para intentarlo sería un gran paso para nuestros jóvenes jugadores», expresa Taylor a The Associated Press.
Alcanzar la meta no será sencillo. Minnesota arrastra en su actual clasificación, decimoterceros del Oeste a 3,5 partidos de la octava plaza, un horroroso inicio de temporada que les sitúo con un 6-18. Desde aquel momento el equipo ha mejorado para firmar un 16-17. Pero puede ser demasiado tarde.
Esperaba más de Thibodeau
Precedido por un excelente trabajo en Chicago Bulls —empañado a última hora—, la llegada de Tom Thibodeau a los Wolves fue vista como la mezcla perfecta para que el equipo despegase. Justo así lo sentía Taylor, quien esperaba más de su técnico. «Pensé que con su experiencia y capacidad como mentor todo iría un poco más rápido. No ha sido así, pero aprecio que él mire a largo plazo. Le contratamos pensando a largo plazo y tenemos jugadores que esperamos que estén con nosotros mucho tiempo».