“Durante 47 minutos, 59,8 segundos, fuimos el equipo perdedor”. La sinceridad de Brad Stevens en sus palabras era equivalente a su alegría por haberse llevado el triunfo justo en el último segundo.
Evan Turner fue el encargado de adquirir la responsabilidad y jugarse la última bola. Su internada a canasta, resuelta con maestría en la ejecución, serviría para poner un punto arriba a los Celtics e imponerse a los siempre complicados Hawks por 89-88.