Se lo merecían. Cualquier otro final que no hubiera sido el bronce —todo el mérito del mundo a Australia, menudo hueso—, habría sido injusto para una selección que, puede decirse sin tapujos, cierra una era —Navarro, Felipe, Calderón—. El premio de consolación, la zona baja del podium, bien merecía en esta ocasión toda la entrega. Ambos equipos lo han dado todo hasta la extenuación; bien parecía que era el oro lo que estaba en juego.
Pau Gasol, qué más decir excepto reverenciar cada sílaba de su nombre. A nivel baloncestístico, todo epíteto está agotado ya. Hoy han sido 31 puntos. Parece casi una broma de mal gusto que contemple su retirada de la selección. Pero sus declaraciones al término del partido iban, como no podía ser de otro modo, a todo ese grupo, maravilloso, que ha hecho de esta selección de baloncesto algo histórico y que no olvidaremos jamás.
«Este partido lo hemos tenido complicado en varias ocasiones y hemos continuado luchando hasta el final, para estar aquí. Así que nada, orgulloso de mi equipo, de este gran grupo de amigos. Este equipo no se rinde nunca. Creemos mucho en nuestras posibilidades, tenemos un grupo muy compacto, en las situaciones de flaqueza y de adversidad el equipo se mantiene unido y hacemos aún más piña. Orgulloso, orgulloso de formar parte de este gran equipo».
Caer y levantarse
Este bronce cruje a oro al morderlo. Lo hemos visto al concluir. Caras descompuestas de alegría, lágrimas de felicidad, abrazos múltiples y una piña en el centro del parqué que demostraba que el triunfo de hoy era un bálsamo necesario.
La derrota ante USA, más por el cómo que por la derrota en sí, aún escuece. «Ojalá hubieran salido las cosas mejor en semifinales, creo que tuvimos una buena oportunidad ahí y se nos escapó, pero hoy hemos salido a competir a pesar de ese palo y muy, muy bien. Creo que el final ha sido inmejorable. Muy luchado, muy sufrido, pero lo que cuesta en la vida es lo que al final vale la pena», confesaba E.T en el que, con seguridad, ha sido su último partido en unos JJ.OO.