Golden State Warriors cayó en casa ante Detroit Pistons este domingo. Dos derrotas en cuatro partidos como local para un balance global de 4-3. Empieza la temporada algo enrarecida para el teórico gran favorito al título final, y lo hace con la mitad de encuentros jugados en casa convertidos en resbalones.
El comienzo inseguro de los Warriors no deja de ser una anécdota dado que la competición ni siquiera ha llegado al mes de noviembre; sin embargo sorprende sobremanera que un súper combinado como Golden State haya caído en el 50 por ciento de sus compromisos en suelo conocido. Más contando que en las tres últimas temporadas el equipo de Steve Kerr acumulaba un 84,1 por ciento de victorias actuando al lado de casa.
Solo dos derrotas como local en las temporadas 2014-15 —perpetradas por San Antonio y Chicago— y 2015-16 —Boston y Minnesota—; y cuatro la pasada temporada —San Antonio y Boston de nuevo, más Memphis, Houston y Utah—. Expedientes casi de matrícula durante los últimos cursos que ahora parecen no replicarse con la vuelta a las aulas.
Defensa y pérdidas
Los Warriors están mostrando problemas en su defensa (quinto peor registro en el inicio de temporad), además de en el control del balón (18,4 pérdidas por partido). Sin duda, dos de las facetas que están entorpeciendo su ritmo en el arranque del nuevo ejercicio.
«Solo nos empezamos a preocupar cuando quedaban seis minutos. Inmediatamente recortamos porque nos preocupamos por ello, pero ganó el equipo que tenía que ganar», dijo Steve Kerr anoche, tras caer por ocho puntos ante Detroit.
Nada por lo que fusilar a nadie todavía. Los Warriors están hechos no para ganar sino para arrasar, y tarde o temprano pueden alcanzar su nivel óptimo de competición. Pero no se llevarán el anillo sin bajar del avión.