Grayson Allen, un inicio difícil

Puesto 21 del Draft 2018 y agasajado por Donovan Mitchell, arranque escarpado, por ahora,  el de Allen en la NBA

Con un mercado estival tan apasionante como una tarde de Cine de Barrio, y una plantilla relativamente corta de talento en cuestión de profundidad, uno se atrevía a pensar que un pick tan celebrado como el de Grayson Allen contaría con minutos más que suficientes desde la segunda unidad de los Utah Jazz. Buen tirador, indómito defensor… encajaba a la perfección en el sistema que venía implementando Quinn Snyder.

Pero no. La realidad es otra bien distinta. Su aparición en la rotación es tan volátil como una Ley Orgánica de Educación. Es más. Allen no es solo miembro esporádico de la pizarra de los Jazz, sino que empieza a serlo habitual en el dibujo de los Salt Lake City Stars, de la G League. Que no se escarchen sus piernas, es importante. A día de hoy, el ex de Duke vive a caballo entre la liga de las estrellas y la de los asteroides que buscan su propia órbita y luz.

Secuencia de Grayson Allen con los Jazz desde noviembre:

Satisfecho con la ‘oportunidad de jugar’

«La mitad de los días me levanto deseando poder pasar en la cama un puñado de horas más, y la otra mitad fresco como una rosa», reconoce Allen –quien está viviendo, a su manera, el rookie wall– para el Salt Lake City Tribune.

Y es que la G League permite y provoca esto. Combina oportunidades con falta de glamour. De los 14 puntos en 39 minutos ante los Austin Spurs el 11 de diciembre, a su frugal aparición (tres puntos en 1/5) en el último cuarto (sustituyendo a Korver) ante los Heat, con la victoria ya en el bolsillo, el día 12. Ni 24 horas de margen. Un jet lag continuo de fama y realidad. 

«La grada obviamente es diferente, por lo que es muy distinto jugar en un pabellón vacío, pero aún así amamos jugar. Hay una parte de mí que está frustrada, y no lo digo en el mal sentido, pero frustrada por no poder estar en la cancha, porque quiero jugar, por lo que esto es también una oportunidad de salir ahí y jugar al baloncesto, y hacer algunas de las cosas que no estoy pudiendo hacer con los Jazz esta temporada».

Allanar el camino: parte del plan

«Martin Schiller [coach de los Stars] está haciendo un trabajo fantástico. Está muy conectado con nuestro estilo. Es bueno ver a Grayson ahí con minutos y poder competir», comentaba hace unos días Snyder, responsable en última instancia del devenir de Allen en su primer año en la Liga. 

No obstante, es importante recordar que Allen no es un novato al uso. Mientras que la media de los jugadores asalta el Draft entre los 19 y 20 años, Allen ha completado su ciclo universitario. Ya tiene 23. Su fogueo, por tanto, no puede prolongarse demasiado.

Tiro y defensa

Su principal crítica por el momento, la que le priva de minutos, gira entorno a, precisamente, una de sus presuntas virtudes; la defensa. Esfuerzo, tenacidad y entrega no son necesariamente sinónimo de orden y IQ. Y esto es justo lo que le falta todavía al rookie. Eso y aprender a posicionarse en las esquinas para ser un corner shooting fiable y de primer nivel, es lo que Snyder ha demandado a Schiller que saque, como sea, de su perla por pulir. 

Hasta la fecha, baño estadístico, Allen promedia con los Jazz 4,1 puntos en 9,7 minutos y 17 partidos disputados (una titularidad), con porcentajes bastante malos, tanto en tiros de campo como desde el arco de tres. Mucho por aclimatarse y todo por mejorar. Y para eso, no hay mejor modo, la G League. 

(Fotografía de portada: Streeter Lecka/Getty Images)


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