Cuando uno habla de inteligencia sobre una cancha de baloncesto, difícil es dejar fuera de escena a Boris Diaw. Como los buenos vinos, su aire añejo –casi que nació con él– le ha llevado a convertirse en un elemento casi irrepetible en pista. No tiene un gran físico y su tiro podría ser mejor, pero aun así aporta un conjunto de cualidades que, con un IQ privilegiado, pocos más consiguen aunar.
Llegó a la NBA hace mucho, exactamente en 2003, pero no fue hasta 2014 cuando logró el hasta ahora su único anillo con San Antonio Spurs. Un campeonato sí, pero otras muchas temporadas y partidos en los que ha dejado detalles que hacen mucho más interesante ver un partido de baloncesto. Ahora, a sus 35 años, puede que para seguir disfrutando haya que seguirle la pista en Europa…
«¿Si voy a estar al 100% la próxima temporada en la NBA? No, al 100% no. Aún no tengo equipo. He tenido contacto con algunos sin que haya nada concreto. Así que no es seguro. Por el momento no cierro ninguna puerta. Puede haber otras propuestas, y si son interesantes no descarto Europa. ¿Si quiero firmar antes del Eurobasket? No, no me pongo una fecha. Dependerá de los equipos, las ofertas… Hay bastantes parámetros a tener en cuenta», señala a Le Figaro.
Las dudas del capitán de la selección francesa son lógicas. Tras cerrar una corta aventura de un año con Utah Jazz, equipo que le cortó a mediados de julio, Diaw es libre para decidir su futuro. Un nuevo intento para lograr un segundo anillo puede estar en su mente, pero ello llegaría acompañado seguramente de un contrato mínimo. La otra puerta, la de volver al viejo continente, puede suponerle la satisfacción de brillar cerca de casa antes de retirarse.
Un despido esperado
Diaw pasó un solo año en Salt Lake City, lugar del que se lleva un grato recuerdo y en el que le hubiese gustado continuar; sin embargo, entiende igualmente que el negocio de la NBA es así. «Estoy muy contento con la temporada. Llegamos hasta el límite de lo que podíamos, tuvimos una temporada casi perfecta para nuestro potencial. No me sorprendió el despido. Es el negocio. Estaba a la espera», concluye.