Dwight Howard es optimista por naturaleza. Hace menos de 12 meses volvía a casa, a Atlanta, firmando un contrato de 3 años y 74 millones de dólares que podía darle tanto estabilidad como un lugar en el que desarrollar su juego. Fueron 13,5 puntos, 12,7 rebotes y 1,2 tapones en solo 29,7 minutos por noche, números que si fuesen de cualquier otro acapararían elogios. Pero Superman nos acostumbró demasiado bien.
Justo eso debieron pensar en Georgia. Pese a quedarle dos años más de contrato le traspasaron. A Dwight le ha dolido, lo admite, pero a sus 31 años entiende que «las cosas a veces no funcionan». Ahora llega a Charlotte, donde espera callar algunas bocas.
«Mucha gente me ha dado por acabado, lo cual es genial porque me va a hacer trabajar más duro. Simplemente estoy esperando esta oportunidad porque sé que aún me queda mucho en el depósito», expresa a AP.
Para mostrarse motivado tiene varios alicientes en Hornets. Para empezar se reencontrará con Steve Clifford, alguien con quien ha trabajado en 7 de los 13 años que lleva de carrera (seis en Orlando y uno en Los Ángeles). Además, contar con el mejor de la historia como jefe (Michael Jordan) también ayuda.
«Él me entiende. Siempre estuvo a mi lado y ni una vez habló mal de mí o me dio la espalda. Era muy positivo y alguien en quien siempre confié. Creo que estoy mucho mejor que en los últimos cinco años y que este será mi mejor momento. Soy más sabio y más fuerte mental y físicamente. Estoy en el lugar correcto con un gran entrenador, un gran general manager y el más grande de todos los tiempos».
Opiniones equivocadas
Cuestionado por el desarrollo de sus últimos años de carrera, Howard cree que el callar ante algunas acusaciones ha permitido que esas perdurasen como verdades. «A lo largo de los años se han dicho muchas cosas y yo me mantuve callado. De alguna manera cosas que no eran verdan se mantuvieron creando opiniones equivocadas en mucha gente sobre cómo era yo como persona. Debería ser yo quien hablase por mí y no permitir que otros lo hagan».