Isaiah Thomas es y debe ser mucho tiempo el jugador franquicia de los Celtics. Así lo digo. Sin albergar duda alguna. Anoche, en un duro partido en Philadelphia, este escueto jugador de apenas 1,75 se marchó hasta los 37 puntos –12 de ellos en el último cuarto– para resolver la papeleta a favor de Boston por un ajustadísimo 106-107.
«Me encanta el último cuarto. Algunos chicos se ponen un poco nerviosos, son un poco tímidos. Yo estoy deseando que llegue. Quiero ser un grande. Quiero ser alguien a quien mis compañeros puedan llamar cuando el partido va a terminar», expresa el base de los de Massachusetts.
Indudable es que Thomas está marcando la diferencia en los Celtics. Por ahora promedia 25,7 puntos, lo que le convierte en el noveno máximo anotador de la NBA. Además, a estas alturas acumula ya cinco partidos anotando 30 o más.
La supremacía mostrada por el base formado en Washington sirvió para que los verdes levantasen un partido que empezó mal; tanto es así que al descanso perdían 53-45. Volviendo de vestuarios, y con el electrónico casi a la par, Thomas anotó seis puntos seguidos para colocar el 91-98. Philadelphia reaccionó para volver a igualar (100-100). Respondió de nuevo Thomas (100-102). Ahí se acabó el partido, los fallos de los Sixers, unidos al acierto verde en los libres, acabó cerrando la noche en favor de unos Celtics en los que también destacaron los 20 puntos de Avery Bradley.
Surgimiento de Saric
Lo más destacado en los 76ers fue el gran partido que realizó Dario Saric. El rookie de los de Pensilvania se marchó hasta los 21 puntos –igualando la máxima de su carrera– a los que añadió 12 rebotes. Pese a su buena actuación, Philadelphia perdió su sexto partido consecutivo.
Nueve seguidas
Con la de anoche, los Celtics amplían a nueve la racha de victorias seguidas ante sus rivales en la Conferencia Este. Eso sí, nada tienen que ver los Sixers que se encontraron ayer en Wells Fargo Center con los de anteriores enfrentamientos.