La historia de los Celtics es la de un equipo con orgullo. Boston, como toda franquicia de la NBA, sufre contratiempos cada temporada, pero a diferencia de la mayoría, esos no lo hunden, sino que lo motivan para pelear con más ahínco. Ejemplos podemos encontrar muchos a lo largo de los años, pero nos quedaremos con el presente; uno en el que ni las lesiones de algunos de sus mejores jugadores están siendo suficiente para que doblen la rodilla.
Como todos sabemos, en los presentes playoffs no cuentan con Gordon Hayward ni Kyrie Irving, y durante varios partidos tampoco disfrutaron del concurso de Marcus Smart. Una vez regresó este último, parecía que todos los pesares habían concluido. Nada más lejos de la realidad. En el séptimo choque ante los Bucks caía Jaylen Brown con problemas es los isquiotibiales.
La lesión no era grave, pero el ritmo frenético de la post temporada le obligó a ausentarse del primer envite contra Philadelphia y todo apuntaba a que ocurriría los mismo con el segundo. No fue así. Aunque en la mañana del jueves estaba catalogado como duda, finalmente estuvo con sus compañeros en la cancha. Sí, Brown quería jugar a toda costa y lo hizo incluso en contra de lo que le dijeron los médicos. «Fue mi decisión. Los doctores no querían que jugara. Les dije que estaba bien», comenta a NBC Boston.
¿Demasiado riesgo?
La decisión acabó con final feliz. El alero se fue hasta los 13 puntos y 4 rebotes ayudando a que los verdes colocasen el 2-0 en la eliminatoria ante los Sixers. Sin embargo, eso no evita que sea sorprendente el hecho de que los Celtics le dejasen jugar pese a que existiese riesgo de agravar la lesión, tal y como se entiende según la opinión de los médicos. Boston quiere ganar todos los partidos, algo elogiable, pero no deben perder la visión a largo plazo.