Incluso una persona tan impredecible como Kyrie Irving está nervioso antes de un debut. Sobre todo, si ese estreno llega después de ocho meses y deja tras de sí un reguero de polémica como el que protagonizó ayer el base. A Irving le ha tocado debutar unas cuantas veces con la presión de ser el número uno del draft, volviendo de lesión o con la expectativa de ser la nueva estrella de una franquicia a estrenar. Pero, según declaró ayer en rueda de prensa, «nada se acerca a lo de esta noche».
Irving volvió a vestirse de corto por primera vez desde el pasado julio. De allí a esta parte, negación ante la vacuna, rifirrafes con las normativas neoyorquinas y de la liga, un comunicado que le apartaba del equipo y un nuevo escrito que le readmitía para disputar los encuentros fuera de casa. Ah, y millones de dólares perdidos. Muchos. ¿Pasaría todo esto por su cabeza en el momento de regresar al parqué? Al parecer no, pues Kyrie solo pensaba en cómo afectaría la inactividad a su juego. «Después de ocho meses fuera hay mucha incertidumbre ¿Cuántos minutos voy a jugar? ¿Cómo discurrirá el partido? ¿Cómo se sentirán mis compañeros?» preguntó figuradamente ante la prensa.
Al final, los nervios no terminaron de hacer mella en el jugador, que terminó con 22 puntos anotando más del 50% de sus tiros y cuatro asistencias en 32 minutos. Los Nets lograron además romper una racha de tres derrotas consecutivas. Steve Nash tuvo el detalle de pedir la primera jugada del partido para un tiro suyo, e Irving se lo agradeció. «Estaba bloqueado incluso ante la idea de meter el primer tiro. Estaba muy nervioso. Y, naturalmente, sigo estándolo». El jugador podrá seguir esa ilusión de la primera vez casi intacta, pues tendrá que esperar hasta el próximo lunes para volver a jugar frente a los Trail Blazers.
(Fotografía de portada de Andy Lyons/Getty Images)