Kyrie Irving anticipa el comportamiento del TD Garden

Con los Nets liderando por 2-0 su serie de primera ronda contra los Celtics, la eliminatoria se mueve a Boston para los dos próximos partidos. Allí aguarda el TD Garden con la mayor entrada de aficionados de la temporada (25%), aunque se espera duplicarla de cara al cuarto encuentro. Kyrie Irving, exjugador celtic, fue preguntado en rueda de prensa por este recibimiento. Su respuesta, como es habitual viniendo de él, puede levantar ampollas. «Con suerte mis compañeros y yo podremos centrarnos en el baloncesto sin recibir insultos o comportamientos racistas encubiertos».

El tono utilizado por Irving era de completa naturalidad, como si el racismo fuese inherente al público del Garden. «La gente grita m******, pero aun así tenemos que mantenernos concentrados en lo que podemos controlar». Sorprendida por las declaraciones, la entrevistadora hizo hincapié en si el base había sido víctima de este tipo de comportamientos en el estadio de Boston. «No soy el único que puede dar fe de ello» zanjaba Irving mientras hacia un gesto con sus manos que indicaba la supuesta obviedad de lo insinuado.

Un tema que viene de largo

El racismo está adherido a la fama que acarrea la ciudad de Boston, especialmente en lo que se refiere a su historia baloncestística. Bill Russell, una de las mayores leyendas de los Celtics, libró durante toda su carrera una guerra abierta contra su propia afición, definiendo a la ciudad como «un hervidero de racismo». Pero el problema no se queda en la década de los sesenta, sino que llega hasta nuestros días. Hace unos meses Marcus Smart denunciaba a través de Player Tribune un incidente de claros tintes racistas ocurrido justo a las afueras del TD Garden. Kyrie Irving seguía haciendo mofa del secreto a voces, y ya fuera de cámara gritaba «todo el mundo lo sabe».

Aunque las declaraciones del ahora base de los Nets puedan estar fuera de lugar, apuntan a un problema que se pasa por alto hasta que la realidad obliga a poner el foco en él. La vuelta de los aficionados es una bendición para el espectáculo, pero hay que asegurar que no sea un inconveniente para una parte más que representativa de los profesionales que configuran la NBA. Por suerte, hace tiempo que los casos manifiestos de racismo son la aguja en el pajar.

(Fotografía de portada de Elsa/Getty Images)


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