Kyrie Irving es una persona exótica para la mayoría de aficionados NBA. Su proceder es captado por el ojo ajeno como irregular e impredecible. Cada anécdota que trasciende de sus intimidades parece más peregrina que la anterior y su comportamiento en público no tiene nada que envidiarle en lo que a salirse de la norma se refiere. Sin embargo, él asegura encontrarse en un momento de su vida donde se conoce a sí mismo mejor que nunca. Los ejecutivos de la liga, empezando por el propio Sean Marks, temen sus extravagancias y pérdidas de enfoque. Pero Irving cree que ha alcanzado la madurez. «Si hubiese estado en el mismo nivel de madurez y autoconocimiento, definitivamente hubiésemos ganado más campeonatos [con los Cavs]» admitía en el último episodio del podcast I Am Athlete.
El jugador ya había reconocido sus fallos de forma similar cuando se disculpó con LeBron James siendo todavía jugador de los Celtics. Irving reconocía entonces no haber sabido percibir todo lo que conlleva ser un líder. Ahora cree que estaría mucho mejor preparado para coliderar al lado de El Rey. «No sabía como compartir mis emociones, por lo que terminé aislándome. Me centré mucho en el juego y tuve una de las mejores temporadas de mi carrera, pero realmente no conecté con el grupo como todo el mundo lo hizo el año del anillo». Esta situación se recrudeció en 2017, cuando los Warriors eran los insultantes favoritos gracias a la adición de Kevin Durant y para frustración de los Cavaliers y el propio Irving.
Kyrie también lamenta no haber hablado con LeBron sobre su petición de traspaso aquel verano. «Ojalá lo hubiese hecho. Habría comprendido mejor lo que nos deparaba el futuro y lo poderosos que éramos juntos. Mantenernos juntos en Cleveland y conformar un mejor equipo cada año habría valido la pena». Lo hecho hecho está, y Kyrie sigue persiguiendo lo que un día tuvo al lado de otro de los más grandes de siempre. Aunque al eco de lo acontecido, bajo el brazo de James hacía más calor.
(Fotografía de portada de Jason Miller/Getty Images)