Odom se sincera: «Tomaba cocaína todos los días»

14 de octubre de 2015, Lamar Odom es encontrado inconsciente en un burdel del estado de Nevada y es llevado inmediatamente al hospital. 48 horas después, el dos veces campeón de la NBA consigue salir del coma tras haber rozado la muerte. Su vida nunca volvería a ser como antes.

Más de un año y medio después del suceso, Odom ha sorprendido a propios y extraños escribiendo un artículo para The Players Tribune en el que explica cómo vivió, vive y vivirá todo este proceso desde lo más profundo de su ser. El testimonio de Lamar, titulado ‘Acabado en la oscuridad’, viaja desde su niñez hasta la actualidad, enumerando toda clase de figuras que han resultado vitales a lo largo de su vida personal, desde su madre hasta sus hijos, para explicar cómo se sentía cuando despertó en la camilla del hospital.

El escrito comienza con fuerza: «Cuando me levanté en la habitación del hospital en Nevada, no podía moverme. No podía hablar. Estaba atrapado en mi propio cuerpo». Odom confiesa que los momentos iniciales le provocaron pánico, ya que estaba desconcertado y no sabía cómo había acabado en dicho lugar, como ya le ocurriera más veces en el pasado. Pero en esta ocasión era diferente. «Estaba en shock total. Era la primera vez en mi vida que me sentía inútil», admite el exjugador. Una vez recuperó la consciencia, el doctor le aseguró que era un milagro que estuviera de vuelta. Según sus propias palabras, «tomaba cocaína todos los días. No tenía ningún control». Como ya afirmara en marzo de este año, la cocaína ha sido el gran enemigo de Lamar Odom durante toda su carrera. Él mismo escribe que «acaba convirtiéndote en personas diferentes y te hace hacer cosas que tú nunca pensabas hacer».

Pérdida de sus padres

El texto continúa con una profundización en la figura de sus padres, quienes le vinieron inmediatamente a la cabeza cuando estaba en el hospital. Su padre no estuvo durante la niñez, ya que también había sufrido de adicción a la droga. No obstante, el golpe más duro en la vida de un joven Lamar llegaría cuando su madre, Cathy, murió debido a un cáncer de colon. «Yo no pienso que estuviera preparado para perder a una madre con 12 años. Eso te marca. No importa lo fuerte que eres o que piensas que eres», sentencia Odom.

Pese a todo, Odom consiguió evadirse de sus desgracias refugiándose en el baloncesto y en su abuela. Las dos protecciones que ha tenido a lo largo de su vida. Fue a la edad de 24 años cuando Lamar probó por primera vez la cocaína, durante un verano en Miami. No hay nada más que arrepentimiento en sus palabras: «Ojalá pudiera decirte que había una razón para ello. No la había. Fue una decisión que tomé… y resultó ser una decisión que me cambió la vida». A partir de ahí, su adicción fue desarrollándose de manera progresiva. Otra de la partes más duras del relato cuenta cómo Lamar perdió a su hijo, Jayden, de 6 meses de edad durante una noche en la que él no se encontraba en casa. Aquello fue un punto de inflexión en su vida cotidiana y lo que terminó por llevarle al camino de las drogas.

Durante los siguientes párrafos, Odom habla acerca de las sensaciones que le producía la droga, de cómo le mantenía en una constante montaña rusa: «Con la cocaína es especial, subes y bajas emociones. Vas alto, y luego vas bajo. Después piensas en todas las razones por las que no deberías haberlo hecho. Entonces el ciclo comienza otra vez».

El amparo de sus hijos

No puede ocultar su dolor y su vergüenza a lo largo del escrito. Sobre todo cuando habla del estado en el que le vieron sus hijos, inconsciente y con varios tubos saliendo de su boca. Aquello le recordó a su madre, a cómo se había despedido de ella en el hospital tantos años atrás. El punto clave llegó cuando su hija Destiny le hizo entender que la rehabilitación era el único modo de llevar una vida normal. Lamar aceptó y los resultados acabaron llegando. Cuando Odom vio que la adicción también estaba perjudicando a sus hijos asumió que debía continuar combatiendo contra ello: «Siempre he sido una persona muy ansiosa, pero estoy tratando de aprender a liberarlo todo», sentencia.

«Cada mañana, cuando me despierto miro las imágenes. Mi madre. Mi abuela. Mi hijo Jayden… mis dos hijos hermosos. Sirve para recordarme lo que se supone que es la vida. Me siento bien. Siento energía. Siento amor. Esa mierda me hace vivir el día a día. Es como tomar mis vitaminas».


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