Las audiencias de las finales de la NBA ya son públicas. La ABC y Nielsen, conjunto de corporaciones de medios especializada en esta medición, han presentado unos datos de visualización agridulces. Los 9,91 millones de espectadores medios que registran los seis últimos partidos de esta temporada suponen un incremento del 32% con respecto a los de las últimas finales. Pero se colocan como el cuarto peor registro en finales NBA desde 1977.
La final celebrada en la burbuja de Orlando entre Lakers y Heat también contó con seis partidos. Los cuales promediaron 7,2 espectadores por noche. Junto a esta, las únicas que quedan por debajo de las finales 2021, son las ediciones de 2007 —Spurs-Cavaliers con 9,29 millones de espectadores medios— y 2003 —Spurs-Nets con 9,83—. El dato que dejan Suns y Bucks supone una caída del 34% con respecto a los 15,14 millones de estadounidenses que siguieron las finales entre Raptors y Warriors en 2019.
Las compañías también han publicado los datos globales de estos playoffs, que registran un promedio de 4,25 millones por partido. 35% más que el año pasado, 18% menos que hace dos. Hay infinitas razones que explican este descenso que viene preocupando a la NBA desde hace un tiempo. El primero y más evidente es que se trata de una tendencia global y que afecta a todos los deportes, especialmente desde el inicio de la pandemia. No hay que olvidar que, aunque estemos en mucho mejor situación que hace doce u ocho meses, el coronavirus y sus consecuencias siguen afectando a las sociedades y su consumo de entretenimiento.
La segunda razón es la naturaleza de Phoenix y Milwaukee como mercados pequeños, lejanos a la expectación que generan en el público medio franquicias como Lakers o Knicks. En tercer lugar, y último en el que profundizar mínimamente, la NBA viene de vivir una década especialmente buena en las audiencias de sus finales. La dinastía formada por los Golden State Warriors y su enfrentamiento con LeBron James y sus Cleveland Cavaliers dejó unos números muy buenos de forma sostenida.
Todo ello entre cientos de razones más que exceden en complejidad el propósito de esta nota. Aún así, nada de lo mencionado resta un ápice de atractivo a unas finales estimulantes y selladas con una actuación individual histórica.
(Fotografía de portada de Christian Petersen/Getty Images)