Buenas noticias para Los Angeles Lakers. Lonzo Ball, flamante número 2 del Draft de 2017, abrirá la temporada sin restricción de minutos, tal y como ha confirmado la propia franquicia.
No es poca cosa. Aquejado de un esguince de tobillo durante todo el training camp, el base de UCLA solo pudo participar en dos partidos de la pretemporada mientras su articulación continuaba dándole problemas.
¿Ha tenido algo que ver el empezar contra Clippers? Puede ser. Tras un historia que había marcado a su rival como el hermano pequeño en la ciudad de las estrellas, los últimos años, con Chris Paul y Blake Griffin a la cabeza, cambiaron el panorama por completo. CP3 se ha ido y los Lakers, con Ball a los mandos, quiere recuperar su sitio en Hollywood.
Lo cierto es que la situación de Ball ha dado un giro de 180 grados. El 9 de octubre se rumoreaba con que se perdería lo que restaba de pretemporada; sin embargo, coincidiendo con la noche de apertura, aseguraba lo siguiente: «Voy a jugar. Por supuesto», afirmación que corroboraba al entrenar los últimos días sin limitación alguna.
Un nuevo camino
La ilusión ha llegado a los Lakers y no sin razón. Tras años de bandazos sin rumbo ni acierto, el aterrizaje de Magic Johnson puso una sonrisa a todos aquellos que anhelan que el showtime vuelva a ser oro y púrpura. Con él tomando las decisiones y disfrutando de talentos como Brandon Ingram o el propio Ball, en Los Ángeles esperan ir subiendo escalones en un camino que esperan les devuelva a la élite de la NBA.