Pese a afrontar la que será únicamente su quinta temporada en la NBA, Lonzo Ball ha pasado por demasiados contextos que le han obligado a variar notablemente su juego. Los Lakers le eligieron en la tercera posición del draft de 2017 para ser el base del futuro de la franquicia. Rol que ejerció hasta que un tal LeBron James le hizo enfatizar sus dotes de especialista defensivo y gestor en transición. Una vez en New Orleans, la presencia de Jrue Holiday le empujó nuevamente a ser organizador a tiempo parcial. Y cuando ya parecía que tendría vía libre para ejercer como base de facto, el papel que Van Gundy le otorgó a Zion Williamson le empujaron a su temporada más constreñida a la ejecución.
La versatilidad es una de los rasgos más valiosos de Lonzo Ball, capaz de ser eficiente en infinidad de contextos ofensivos. Pero su fichaje por los Chicago Bulls apunta a que será el base principal del equipo, y él mismo lo está deseando. «Parece que este año voy a ser un base más tradicional y estoy cómo con ello» decía el jugador después de dejar claro que siempre estará comprometido con el rol que el técnico le designe. Las palabras de Ball deben haber sido música para los oídos de Zach LaVine. El All-Star ha repetido en infinidad de ocasiones que atisba un encaje inmediato con Ball, en parte porque uno de los objetivos de los Bulls era que su estrella dejase de absorber un peso creativo que le empezaba a ahogar.
La convivencia de LaVine, Lonzo y un DeRozan más distribuidor que nunca hacía dudar sobre quién iba a tomar más galones en la creación de juego. Pero tras escuchar al mayor de los Ball da la sensación de que Billy Donovan lo tiene claro. Lonzo será su faro en ataque. «Solo esperan de mí que perfeccione las áreas en las que ya me siento cómodo. Así que ha sido una decisión fácil para mí».
(Fotografía de portada de Sean Gardner/Getty Images)