Pocas veces hubo una fe tan ciega en un jugador.
Joel Embiid es uno de los motivos por los que los Philadelphia 76ers encabezan ya su tercer año consecutivo en tierra de nadie —o mejor dicho en el pozo de la clasificación—. Cuando todo apuntaba a que sería número uno del draft adelantando en la recta final a Andrew Wiggins y Jabari Parker, se corrió el rumor de una posible fractura por estrés en el pie derecho, lo que podía tenerle en el dique seco cerca de ocho meses.
Los Sixers, quienes elegían en tercer lugar, se arriesgaron con él, viendo el inmenso potencial que escondía un jugador que para su tremenda envergadura y el poco tiempo que llevaba practicando este deporte, se movía como una auténtica bailarina en la zona pintada. Dos años después de que Adam Silver pronunciara su nombre, seguimos sin verle debutar.
Cuando el tiempo de espera llegaba a su final —y de hecho ya se le podía ver haciendo mates en los calentamientos de los partidos—, la cosa volvió a truncarse. El pívot africano tenía que someterse a una nueva operación en su pie derecho después de tener una recaída durante su recuperación. Y a día de hoy las voces de los más pesimistas dudan de si podrá convertirse en ese gran jugador que se espera de él.
Nueve millones desde el sofá
No obstante, tras una apuesta de alto riesgo pero de exponencial valor, los Sixers ni se plantean renunciar a Embiid. Así que dos temporadas y dos anualidades después —de 4.427.640 y 4.626.960 $— han decidido, informa Brian Seltzer, de Sixers.com, ejecutar su team option y seguir confiando en su recuperación. El lunes cumplía el plazo para decidir, y de no haber optado por mantenerlo, el center se habría convertido en agente libre.
De este modo Sam Hinkie se asegura mínimo dos años más de paciencia y ver su gran promesa bajo los aros explota. En la temporada 2016-17 percibirá unos emolumentos de 4.826.160 de dólares.