Los Celtics no podían permitirse un nuevo tropiezo las la derrota del primer partido, y su actitud en el Game 2 dejó clara esa urgencia desde el salto inicial. El cuadro de Mazzulla exhibió su versión más arrolladora para imponerse 121-87 y llevar el 1-1 al global de la serie a pesar de tener delante a Joel Embiid, que hizo su debut en la eliminatoria pero que no pudo evitar que el huracán que fueron los locales se llevase por delante a los 76ers.
Boston comenzó marcando el tono de la noche desde su defensa, con Jaylen Brown y Marcus Smart haciendo gala de sus facultades en esta materia y dando muchos problemas a los generadores de juego de Philadelphia. Las dificultades del cuadro de Doc Rivers para funcionar como en el primer duelo no tardaron en hacerse evidentes, especialmente en el caso de un James Harden que, tras ser el héroe del arranque de la serie, se vino abajo esta noche. Con un 2/14 en tiros de campo, el escolta fue absolutamente devorado por el trabajo de los de Massachusetts, que no estaban dispuestos a dejar que les arruinara la velada en dos ocasiones consecutivas.
Pero los Celtics no eran los únicos que habían ido con intención de defender. Joel Embiid firmó una actuación irregular, pero sin duda todos sus puntos altos tuvieron que ver con sus capacidades en la parte trasera de la cancha. Con 5 tapones en la primera mitad, el camerunés se hizo grande en la pintura y se convirtió en una pesadilla para cada jugador de verde que quisiera anotar en ella, lo que ayudó a los suyos a mantener las cosas apretadas hasta que se llegó al descanso. Pero, por desgracia para ellos, solamente hasta ahí.
Lluvia de triples
Y es que la segunda mitad del encuentro terminó con cualquier atisbo de igualdad que se hubiera podido percibir durante la primera. Boston activó el modo apisonadora, Philadelphia terminó de desaparecer del mapa, y antes de que nos diésemos cuenta teníamos 15 minutos de la basura por delante.
Jaylen Brown ya había sido el gran agitador del ataque local en la primera parte, y en la segunda continuó con su labor con la inestimable colaboración de Malcolm Brogdon. Con 25 y 23 puntos respectivamente, ambos terminaron como máximos anotadores de la noche, pero más allá de sus canastas dieron en general la sensación de ser los causantes de todo lo que ocurría en la mitad ofensiva de la pista. Pese a tener al lado a un discretísimo Jayson Tatum (1/7 en tiro) los Celtics jamás se resintieron, y la capacidad de Jaylen para tomar las riendas fue sin duda fundamental.
Lo fue también el acierto exterior de los locales, que con 12 triples en la segunda mitad bombardearon a los 76ers hasta dejarlos sin respuesta. La capacidad de prácticamente todos sus hombres para anotar desde el perímetro ha sido otra las facultades que les ha hecho un plantel tan peligroso durante todo el curso, pues, a diferencia de lo que ocurre con muchos otros equipos, no hay un mal tirador en pista al que dejar desatendido y conceder triples abiertos a sabiendas. En muchas ocasiones, obligan a la defensa a elegir qué veneno tomar. Y en esta ocasión, todos ellos fueron letales.
Si a esto se le suma que Embiid, pese a las buenas sensaciones iniciales, fue claramente de más a menos, que Harden nunca pareció llegar al partido, y que Maxey y Harris no terminaron de tomar las riendas de la situación, el resultado no podía ser otro que una paliza local. Boston llegó a ganar de 36 puntos, y dio la respuesta contundente que necesitaba después de un arranque de eliminatoria que distaba de ser idílico. Ahora falta ver si pueden mantener este nivel, si el Harden que vamos a ver es el de esta noche o el de la primera, y cuánto puede crecer Embiid con el paso de los días. Las respuestas, a partir del viernes.
(Fotografía de portada: Maddie Meyer/Getty Images)