Mensaje de Larry Brown a Phil: «Si quiere hacer el triángulo, que entrene él»

Larry Brown es una de esas voces autorizadas para opinar, pues su currículum le avala: como jugador fue campeón de la extinta ABA y MVP de uno de los tres All-Star que disputó. Desde que se retirara y diera el salto a entrenador, tampoco ha parado. Siempre a caballo entre la mejor liga del mundo y su cantera, es decir, entre la NBA y la NCAA.

Como main coach cuenta hasta nueve franquicias en su haber en la liga referente a nivel mundial —Nuggets, Nets, Spurs, Clippers, Pacers, Pistons, Sixers, Knicks, Bobcats—. Pero desde 2012, volvió a donde se encuentra más cómodo, el mundo universitario; siete años lleva ya enseñando en los SMU Mustangs de Dallas.

Alcanzó la gloria absoluta en 2004, con aquella reencarnación de los Bad Boys. Los Pistons de Billups, Hamilton, Prince y la dupla Wallace. Dos años después, se ultrajaba a sí mismo entrenando a unos Knicks que sólo alcanzaban las 23 victorias en regular season y se quedaban sin playoffs. Hoy en la Big Apple suman una victoria más que por aquel entonces, pero las eliminatorias parecen a punto de escapárseles de nuevo.

¿Quién manda en Nueva York?

Los Knicks de Carmelo, los Knicks de Porzingis, los Knicks de Rose… pero desde luego no los Knicks de Jeff Hornacek; en todo caso los de Phil Jackson. Y entre unos y otros, la casa sin barrer.

«No puedo entender para qué contratas a un entrenador para decirle luego cómo tiene que entrenar… si quiere hacer el triángulo, entonces que sea él quien entrene». Ese es el mensaje que Brown ha enviado al Maestro Zen desde SiriusXM NBA Radio.

Uno se ha atrevido a decir lo que muchos otros también piensan. Phil dejó de entrenar en el año 2011, cuando concluyó su segunda etapa al frente de los Lakers. En 2014 volvía a la franquicia donde saboreó el éxito, no como entrenador, sino como jugador; pero lo hizo en una posición insólita en él hasta entonces, como Presidente.

Dichosas duplicidades

Presidente incapaz de ahuyentar el mono. Por más que le ofrecieron el cetro del banquillo, él prefirió la comodidad del sillón. El despacho a los aviones y la carretera, que la edad empezaba a pesar. Sin embargo, los hilos era algo que no le generaba abulia alguna asumir; su manejo, decimos. Sin él pero con él.

Optó por la burocracia, la duplicidad. Hornacek al mando pero bajo una premisa clara y unas directrices concretas: el triángulo ofensivo debía ser el estandarte bajo el que combatir; y si no se tenían los jugadores adecuados pues el pseudotriángulo o lo que más pudiera parecérsele.

No es un sistema fácil de enseñar, menos de aprender. Y para ello nada como Phil, su mejor valedor. Pero varias verdades inobjetables: ni Hornacek es Phil, ni Rose es Fisher ni Melo es Bryant ni tampoco Jordan. Y así, mal y poco se puede hacer. Que se lo digan a las Diputaciones.


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