Su nuevo rol se le atraganta a Satoransky

Había mucha expectación con la temporada de Tomas Satoransky. Debutaba, cierto; es rookie. Pero un rookie con contrastada experiencia europea y una de las perlas del Barcelona.

A priori, a sus 25 años, más que listo para rendir desde el primer momento. Y no empezó mal. Interesantes pinceladas en la preseason que además se vieron traducidas al principio del curso regular poniendo en aprietos a su técnico en los Washington Wizards, Scott Brooks, sobre quién debía comandar la segunda unidad, si él o Trey Burke.

Pero la el viento ha dejado de soplar y el barco se vara en aguas estancas. La producción del checo está lejos de dibujar una curva ascendente. Jugando más de 16 minutos por noche, no supera el 40% en tiros de campo y promedia 3,8 puntos y 2,4 asistencias. Su PER, cifrado en 8, sugiere que quizás un garbeo por la D-League para ganar en minutos y confianza quizás no serían una mala opción.

Desplazado de su zona de confort

¿El motivo? Él mismo nos lo cuenta. Su nuevo rol en la NBA. «No estoy jugando como point guard«, revela Sato a Somosbasket. «Estoy jugando principalmente de 2 o de 3, y eso para mí es difícil. Cuando juegas toda tu carrera de base, es complicado adaptarse a un nuevo rol, especialmente porque debes defender a jugadores más grandes que tú».

Impacto

Definitivamente los Wizards no están funcionando este curso. No se encuentran, y esa desorientación multiplica la de Satoransky. John Wall y Burke ocupan todo el espacio de playmaker, por lo que debe reinventarse en posiciones y jugadas impropias para él. Un tercio de sus lanzamientos provienen de situaciones de pick&roll —un básico en el libro jugadas del base norteamericano—, anotando el 34,8% de de lo que intenta.

No obstante, a la hora de organizar y pasar la pelota, cuando le dejan, no lo está haciendo nada mal. Según Synergy Sports, los Wizards promedian casi un punto más cuando es él quien inicia las jugadas de pase y continuación.

Sato está destinado a tener un buen futuro en la NBA, pues calidad y entrega le sobran. Pero quizás éste no vaya a ser su año. No, desde luego, mientras la gestión de Scott Brooks de su plantilla siga siendo la que es.


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