Paul George nunca ha escondido su deseo de jugar en Los Angeles Lakers. No lo hizo cuando era jugador de Indiana, tampoco tras ser traspasado a Oklahoma City Thunder y ni siquiera tras firmar un acuerdo de cuatro años y 137 millones de dólares con OKC…
Retrocedamos al pasado 1 de julio. Paul George era agente libre sin restricciones y podía hacer realidad su sueño. Los Lakers lo querían y clamaban por una reunión con él. Firmó en horas su renovación. Su decisión fue tan respetable como cualquier otra, pero no por ello dejó de sonar rara. Claro que jugar junto a todo un MVP como Russell Westbrook parecía un acierto, pero nunca tanto ‘run run’ por colocarse la de oro y púrpura acabó de forma tan abrupta; tanto es así que semanas después de la agencia libre se sentó con USA Today para explicar su ‘no’ a los Lakers.
Y ahí parecía quedar todo. Era aún verano y se preparaba para un nuevo curso que se atisbaba emocionante por lo que podía construir junto a Westbrook –y sin Carmelo Anthony–. Sin embargo, cuando se trata de una franquicia tan emblemática como la angelina todo es susceptible de retornar. Así, en una entrevista con The Undefeated, el alero All-Star ha comentado que si no hubiese sido traspasado hoy sería compañero de LeBron James. «Quería jugar en los Lakers. Ese era el lugar al que quería ir. Si ese traspaso no hubiese ocurrido, habria jugado un año más en Indiana Pacers y ahora estaría vistiendo el uniforme de Lakers».
Lo cierto es que esta historia, más allá de que George haya acertado o no con su determinación, habla realmente bien de Oklahoma City Thunder. En cuanto el ex de los Pacers aterrizó en su nueva casa se dijo lo siguiente: ‘OKC tiene un año para convencerlo’. Y lo hicieron. Pese a un año complicado con una pronta salida de playoffs y un Carmelo Anthony que nunca encajó, Paul vio algo en Oklahoma que casi nadie esperaba. Según sus palabras, en doce meses pasó de tener claro que en verano de 2019 firmaría con Los Angeles Lakers a ni siquiera escucharlos.