Spurs vs Warriors, un último ensayo de récord

Señores, pongámonos serios. Suenan redobles de tambor.

Tras, estadísticamente, el mejor partido de la historia, y lo que hace menos de un mes se dibujaba como la antesala de lo inevitable, se cierne sobre nosotros una noche en la que dormir no es de cobardes; es de auténticos gallinas. Y si os conformáis con ser la versión débil y conformista de Marty McFly, al menos permitidnos que os demos una sinopsis del partido al que estáis a punto de renunciar.

El partido tendrá lugar a las 01:00 am (horario de España) —si es que hasta la hora es buena— …en el AT&T Center de San Antonio. Se hizo el silencio. Cae pesado, implacable, cargado de pesadumbre para todo aficionado warrior que sueña con superar el histórico récord de los Bulls del 96. Pues pretender asaltar la morada de los Spurs es como arremeter contra Numancia siendo romano y pretender salir victorioso. O tener la loca esperanza de irrumpir en Cuernavilla y confiar en que tu cabeza de Uruk-hai no termine rodando por el adarve.

El AT&T Center, un océano junto a la meta

Y es que al destino, si algo tiene que ver en esto, le va la marcha. Porque ha querido convertir lo muy difícil en prácticamente imposible; así que a Steve Kerr, esta noche más le vale ser Ethan Hawke. La marca de los Bulls es de esas que perfectamente podía mantenerse imbatida durante centurias. Como lo aspiran los 8,95 metros de Mike Powell o los 9,58 segundos de Usain Bolt. Han tenido que coincidir en el tiempo el único equipo capaz de romper la inquebrantable estadística con el otro único en condición de salvarla.

Los Spurs se plantan como el aguerrido pueblo celtíbero inmune a las caligae romanas, como ese guisante insoportable presente bajo veinte colchones. Y para que todo el esfuerzo merezca la pena, para que se refrende el reconocimiento—pues la prensa es tan cruel que 72 victorias no serán suficientes— los Warriors deben ganar esta noche.

Invictos. Lograrlo significa romper un muro tan sólido que se ha vuelto casi indestructible. Pues en San Antonio han estado poniendo de manera incansable piedra sobre piedra durante 39 encuentros consecutivos. Son el único equipo de la liga que ha vencido todos los partidos disputados en casa, y tiene ante sí la —diga lo que diga Popovich— irrechazable oportunidad de ser el primer equipo en la historia que termina la temporada invicto como local. ¿Un partido difícil? Esperad, esto no ha hecho más que empezar.

Una larga maldición. El AT&T Center no es sólo un fortín para todos los equipos este año, sino que además es la peor de las pesadillas imaginables para sus invitados de hoy. En Golden State marcan el ‘2’ en la casilla de la quiniela de forma rutinaria cuando toca visita a San Antonio. Y es que han olvidado lo que es ganar allí. No experimentan esa sensación desde el 14 de octubre de 1997 ¿Sabéis lo que significa eso? Significa que por entonces Tim Duncan todavía se divertía jugando en Wake Forest, su universidad. Sólo los Lakers mantuvieron una racha superior ante otro equipo. Fue ante los Kings, entre 1975-92, con 43 triunfos consecutivos.

El cansancio. Si todavía queda algún optimista que piensa que los triples y el hambre de récord podrán con los dos ‘eslalon’ anteriores, aún reservo uno más. El cansancio de unos contra el notable descanso de otros. Los Spurs, marciales a la filosofía de su entrenador, vieron como las rotaciones jugaban su papel y ponían bajo mesa camilla y brasero a sus titulares frente a los Nuggets.

Por lo tanto sabemos que desde el 7 de abril —cuando claudicaron en el Oracle— están descansando y, con seguridad, engullendo una generosa ración de vídeo de sus, otra vez, contrincantes. Por contra, los Warriors, que hace tiempo que dejaron de ganar con solvencia, se las vieron negras para derrotar anoche a los Memphis Grizzlies. Nada como un back-to-back ante tu peor enemigo y con las pulsaciones todavía alteradas para igualar la mejor marca en temporada regular de la historia.

Quilates sobre el parquet

El partido saldrá bueno o malo, igualado o sin apretado final, con equipos certeros o erráticos en el lanzamiento. Da igual. Eso no borrará lo que les precede. Lo increíblemente maravilloso que han hecho esta temporada. Tras ‘The Star-Spangled Banner’ se dispondrán para el salto inicial dos equipos de recorrido intachable. A un lado Golden State, con un registro de 71-9 (88,75%), al otro San Antonio, cuya balanza exhibe un 65-14 (82,27%). Eso quiere decir que, en el estertor de la temporada, se ven las caras dos equipos que conjuntamente presentan un porcentaje de 85,51% de victorias. Como ocurriera en enero pero ahora con casi tres meses más de recorrido, el partido con el mejor récord acumulado de la historia de la NBA entre dos equipos de abril en adelante.

Puede que a Gregg Popovich sólo le importe el título. Que le traiga sin cuidado ser el primero que gana todos los partidos en casa. Que lo único y esencial es llegar sanos y descansados a Playoffs. No me importa. Y no me importa porque sé que ante la seriedad opaca e impenetrable de Kawhi Leonard bombea un potente afán de hacer añicos ese paquete por abrir de los Warriors. La competitividad de toda esta plantilla está fuera de toda duda, y su Big Three es la vetusta y constante prueba de ello.

«¿Qué obtienes si quedas invicto en casa? ¿ganas algo? Es por eso que no tiene importancia». Lo siento Pops, no me lo creo. No te lo compro. No te veo desperdiciando una última oportunidad de ensayar, de calibrar tu más potente artillería ante la mejor andanada enemiga.

«Es un gran partido para nosotros y debemos jugar agresivos, ser inteligentes y superar al calendario», Curry se va acercando… «Es difícil ganar fuera de casa en general, pero cuando te enfrentas a un equipo que al que no bates el 99% de las veces… sabemos que clase de reto tenemos delante», correcto. Mucho más certero.

Por cierto. Los Spurs rotaron frente a Denver, pero Tim Duncan jugó 34 minutos y anotó 21 puntos, su mejor marca de la temporada. Me pregunto —ya que la clave estaba en rotar— porqué ponía Pops en riesgo al más veterano de sus hombres…

«No puedes cometer riesgos ante estos chicos. Son el mejor equipo del planeta. Si pierdes la concentración en defensa, realizas tiros poco aconsejables o no mueves bien la pelota y se la regalas pronto a ellos, estás en un problema», ¡ahora si coach, ahora sí! Su obsesivo deseo de jugar al despiste creo que a pocos engaña, y que probablemente haya planificado este encuentro mejor que nadie, hasta el último y más imperceptible detalle. Y habrá hecho bien. Pues la ocasión lo merece.

Lo que se congrega esta noche en el pabellón tejano no tiene parangón posible. Por supuesto los dos mayores candidatos a la Final de Conferencia, lo cual ya es una p… ésima suerte, pues uno de ellos se quedará, sin ningún merecimiento, fuera de la ronda decisiva. En cuanto a nombres, los conocéis demasiado bien.

Los protagonistas

El MVP de la temporada y ya —por vox populi— mejor triplista de todos los tiempos, Stephen Curry (388 esta campaña). Pero un candidato a ‘Defensor del año’ como Leonard no puede obsesionarse con él, pues hay un segundo Splash; ese quien ante Memphis superaba a Ray Allen como el cuarto jugador con más triples en una sóla temporada (270).

Siguiendo por la zona exterior, divisamos en los fogones al chef Parker, quien lleva cocinando jugadas para los Spurs tanto tiempo y con tanta regularidad que de lo genial hemos hecho costumbre. A de lo ‘mejorcito’ de Europa se une desde la segunda unidad desde tiempos inmemoriales lo ‘mejorcito’ de América Latina. Manu Ginobili eleva a otro nivel el título de 6º hombre.

Adentrándonos en la pintura dos números uno del draft. Duncan y Bogut, tan distintos como imprescindibles bajos los aros de sus equipos.

Un número dos del draft (para qué bajar más) fue LaMarcus Aldridge, el fichaje del verano y que al final ha demostrado ser todo un acierto. Más de 20 puntos promedia tras el All-Star. Y ajeno a draft, a las alfombras y a los lisonjeos, está Draymond Green. Inútiles frugalidades esas para alguien a quien le basta con pronunciar un número. El 13. Para algunos el de la mala suerte; para él, la cantidad de triples-dobles que lleva esta temporada.

Los Bulls del 72-10; la comparativa

En 1996 los Chicago Bulls lograban la marca que los del Área de la Bahía codician hoy. Y ESPN, nos trae algunas comparativas interesantes y nos destruye algún que otro mito atemporal.

‘Los Warriors ganan ante ‘rivales fáciles’. Incorrecto. Los Warriors se han «relajado» precisamente ante franquicias ubicadas en la zona baja. De sus nueve derrotas, sólo dos han venido ante equipos entre los diez mejores en porcentaje de victorias (Spurs y Celtics), mientras que los Bulls fueron derrotados por conjuntos de su nivel hasta en cinco ocasiones. Con el añadido de que los del Pacífico no han hincado la rodilla en dos jornadas consecutivas; monopolistas en esto. Además si vencen hoy sólo habrán caído una vez ante un mismo rival. Los Bulls de Jordan cedieron en dos ocasiones ante los Pacers de Reggie Miller.

Los Warriors juegan en una liga de 30, por lo que el talento está más disperso. Y es que resulta que a finales de los ’90 la NBA estaba formada por 29 equipos. Pero desde entonces la apertura que ha tenido la liga a otros continentes ha sido colosal. El mejor talento del mundo ahora se concentra en el país yanqui (más de 100 extranjeros), lo que significa que, a pesar de contar con una franquicia más, la adición de jugadores de nivel de todo las esquinas del planeta soporta perfectamente la comparativa.

Geografía y viajes. En este punto no hay discusión. La ubicación de Chicago en una zona más o menos céntrica del país les favorecía a la hora de viajar. Por contra, los Warriors se afincan en Oakland, San Francisco, en el punto más occidental del mapa. Esto se traduce en que los Warriors acumulan 54.000 kilómetros de avión a sus espaldas, mientras que a los Bulls le bastaron 38.000.

Y echo el candado porque rebasamos la hora de la previa y nos internamos en fase de handshakes y calentamientos. Lo dicho, una de la madrugada, una hora más que estupenda para un café. Una noche magnífica para trasnochar. Mañana es lunes… y qué.

Hoy estamos invitados a una gran fiesta y el alcohol lo sirven en vasos naranjas de gran diámetro y cristal de redes. Y los que vienen de empalmar no somos nosotros, sino los Warriors. Ante los Grizzlies dieron el callo y hoy no serán menos ante la escasa gentileza que les deparan sus anfitriones. Nuestros lectores de Sudamérica ya tienen plan para la cena. Hagamos lo propio con nuestra recena.


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