Los dos retos de Kerr para el ‘Game 2’: el rebote y parar a LeBron James

Un paseo de domingo entre rosas… y sus puntiagudas espinas. A los que anticipaban un dulce trámite entre el Game 1 y el Larry O’Brien en la agenda de los Golden State Warriors, ya han comprobado lo mucho que se equivocaban.

Sólo un J.R. Smith traspapelado, una prórroga impecable y unos triples de Curry que volvían a sonar ¡chof! desde 9 metros, permitieron a los de Oakland no defraudar en el primer strike ante su público. Por lo que si Steve Kerr no se acurrucaba en la corriente de ese nocivo favoritismo imperante, menos si cabe de cara al Game 2 del domingo.

Además de todo, del guión habitual de intensidad, dinamismo y sacrificio, dos aspectos sobre los que el head coach quiere hacer especial énfasis. El rebote y el imposible: defender a LeBron James.

Coste de oportunidad

En el primer encuentro los datos fueron estos. Los Cleveland Cavaliers capturaron 64 rebotes por los 42 de su rival; y lo más importante, 19 de ellos fueron ofensivos (4 pescaron los Warriors). Es decir, los de Ohio se hicieron con el 35,7% de los rebotes fruto de sus tiros errados. Por cada tres lanzamientos que escupía el hierro, ellos obtenían más de una segunda oportunidad (21 tiros extra totales) para volver a intentarlo.

«Nuestra debilidad más flagrante fue la ausencia total de agresividad en los tableros», reconocía Kerr a los medios en la tarde de ayer. Fue el precio, el coste de oportunidad inherente al small ball. Y Kerr, parece, en cierto modo lo vio venir, incorporando por instantes a la rotación a big men hasta entonces casi inéditos en playoffs, como JaVale McGee, Jordan Bell o David West.

Pero estas correcciones no fueron suficiente, y Kevin Love (13 rebotes) y Larry Nance (11 rebotes, 4 ofensivos), hicieron suya la pintura.

Misión imposible

El otro asunto, como adelantábamos, es la quimera andante. El enigma irresoluble. Algo que, dentro del optimismo más naif, solo se puede aspirar a estorbar o incordiar. Porque hablamos de parar a James; y eso es como ponerle la zancadilla a un tanque y esperar que vuelque; ningún notario lo ha registrado todavía.

Los que más han flirteado con este verbo son Kawhi Leonard (missing) y Andre Iguodala (looking forward). Anteayer, sin ninguno de ambos, la bestia anotó 51 puntos.

«No hicimos un buen trabajo sobre LeBron, no importaba quien estuviese [emparejado] con él. Sentí que pudo anotar siempre que quiso». Segundo mea culpa de Kerr. Y es que así fue.

Los Cavaliers, buscando continuamente el missmatch como hicieran los Rockets con James Harden, tenían como misión primordial dejar, tantas veces como fuera posible, o bien a Stephen Curry o bien a Kevon Looney como defensor directo de LeBron. Porque además de sus 51 puntos James cumplió con su papel de facilitador habitual, a pesar de lo difícil que se lo pusieron sus compañeros, quienes solo anotaron 3 de los 17 triples que percutieron a pase suyo.

«Tenemos que seguir explorando diferentes formas de defenderlo, poniendo diferentes jugadores sobre él», añadió Kerr. «Creo que él estuvo espectacular, pero también pienso que no se lo pusimos demasiado difícil. Y ése es siempre el desafío cuando te enfrentas a un gran jugador. Existe ese equilibrio entre asumir que logrará sus números, pero haciéndoselo difícil. Y tengo la sensación de que en ningún momento le sacamos de su zona de confort. Tenemos que hacerlo mejor el domingo».

Un reto tan gigante y ambicioso como determinante. Porque de lograr frenar a James, se nos ocurren muy (pero muy) pocos argumentos para pensar que los Warriors no puedan llevarse, y además con solvencia, el Game 2… y las Finales.


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