Stevens sobre Gerald Green: «Puede cambiar el rumbo de un partido»

Espectacular. Vistoso. Atlético. Microondas. Inconsistente. Decepcionante.

Con este set de calificativos podríamos describir a más de un puñado de jugadores en la NBA. Pero en este caso hablamos de uno que golpea el techo en cada uno de ellos. Gerald Green. Espectacular como pocos, físico como ninguno, temible cuando está en racha, eterno fiasco, perenne promesa. Un tren que pasa pocas veces, pero cuando cruza la estación lo hace en forma de looping.

Llevo un par de años pensando que es un sacrilegio que algún abandone esta tierra sin haber presenciado un Slam Dunk Contest que se lo disputen a cara de perro Gerald Green y Zach LaVine. Probablemente dos de los muelles más portentosos que han despegado de un parquet de la NBA. Pero todo indica que así será. Ese escolta tejano, con un baloncesto más volátil que un político cargado de buenas intenciones, se ha acomodado al perímetro. Y eso es siempre algo malo para los ojos del espectador.

El factor X de los Celtics

No obstante, sigue teniendo ‘ese algo‘. Que cada vez acostumbre menos a mirar el aro por debajo del hombro no significa que debamos olvidarnos de él. Sería insensato. De hecho, su nuevo técnico, Brad Stevens lo teme. Mejor dicho, lo temía, y ahora está encantado por tenerlo de su lado.

«Siempre he sido un gran fan de Gerald Green porque siempre he estado asustado de él», ha reconocido el joven técnico para ESPN. «Creo que [esa emoción] es una una buena forma de darte cuenta de lo bueno que es un jugador. Cuando te lo encuentras de frente en un partido, probablemente aparezca de forma destacada en el informe de scouting porque es un jugador capaz de anotar un montón de puntos en un corto período de tiempo».

Touché, Brad. Tan imprevisible como peligroso. Mejor no pillarlo en una de esas noches. O una de sus temporadas. Lo cierto es que la confianza no ha sido una de sus aliadas desde que llegar a la liga en el año 2005. Ocho equipos desde entonces, y estadísticas de lo más accidentadas —Un año rookie en los Celtics de 5,2 puntos seguido por un sophomore de 10,4; de vuelta a los cinco puntos en Wolves y Rockets; dos años por Europa; D-League; renace en los Nets (12,9); se difumina en Indiana, toca el cielo en Phoenix (15,8), se relaja en los Heat… y vuelta al punto de partida: Massachuetts.

«Él es capaz de cambiar el rumbo de un partido. ¿Es algo que hace cada noche? No. Pero ha tenido momentos y épocas en los que lo ha hecho. Creo que tiene una capacidad para entra en ebullición que realmente necesitamos desde el punto de vista anotador».

Competencia perimetral

Green tiene capacidad para desempeñarse tanto de alero como escolta. Por esas posiciones rondan también Jae Crowder, el novato Jaylen Brown, incluso jugadores algo más pequeños como Avery Bradley o Marcus Smart. Un equipo completo, sin grandes superestrellas —con el permiso de Al Horford o Isaiah Thomas— pero que avanzan con la firmeza una legión romana en formación.

Green, capaz de lo mejor y de lo peor. De brillar y de desaparecer. Luna llena o luna nueva. Ahí deberá aparecer el mejor Brad. El técnico con más proyección de todos los que pueblan el banquillo. En Miami Heat viene de su segundo peor año en porcentajes desde el triple (32,3%). Ya ha cumplido los 30 años. ¿Hay esperanza para ese jugador que sopla muffins de cumpleaños a 3,05 metros de altura?

https://www.youtube.com/watch?v=MLXMChEY–M

 


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