Parecía que lo iban a volver a hacer. Cuando los Clippers encadenaron 4 minutos consecutivos sin anotar y Alperen Sengun puso el 94-99 en el marcador, parecía que la séptima derrota de los angelinos era inminente y que el drama continuaba. Y sin embargo, tal vez hayamos vivido un punto de inflexión para este equipo.
Porque cuando la situación se les había puesto completamente en contra, los de Tyronn Lue encontraron dos canastas de Ivica Zubac y un floater de Paul George para ponerse por delante, y cuando Sengun empató el partido desde el tiro libre, apareció él. El hombre que lleva acaparando todos los focos desde su llegada a Los Ángeles y que hoy, por primera vez, lo hizo para bien.
James Harden estaba firmando un último cuarto invisible en el que su única aportación había sido fallar dos lanzamientos a canasta, pero cuando la urgencia empezó a apretar a los Clippers y su ataque parecía no encontrar respuesta, fue el responsable de dar a Zubac las dos asistencias que rompieron el buen momento de los Rockets. Y cuando, con 100-100 en el marcador, Kawhi Leonard no se vio con una buena situación para buscar el tiro ganador y le dobló el balón, se hizo evidente que tocaba ganar o morir de su mano. Si La Barba había arrastrado una maldición al equipo, debía ser él quien la rompiera. Bote, step back, tiro de tres. Falta personal, el tiro entra, 3+1. Como en los (no tan) viejos tiempos. Victoria.
Fueron sus únicos 4 puntos en el último cuarto, pero qué 4 puntos. Con solo 6 segundos para el final no hubo nada que los Rockets pudieran hacer más que fallar un triple y enviar a Kawhi a la línea de personal para que pusiera el 106-100 definitivo en el marcador. Llueve menos en Los Ángeles.
Harden alcanzó de esta forma los 24 tantos con un eficiente 8/11 en el lanzamiento, a los que sumó 9 rebotes y 7 asistencias en la que, no solo por el triple ganador, fue su mejor noche desde la llegada al equipo. Leonard, con 26 puntos, lideró al equipo en esta materia y Paul George les siguió de cerca a ambos con 23, y aunque ninguno de ellos tuvo un último cuarto particularmente brillante (se combinaron para un 5/15 en tiro) todos acabaron poniendo su grano de arena para poner fin a una racha que estaba empezando a devorar a la plantilla.
Una de las consecuencias de tantos tropiezos consecutivos fue que Russell Westbrook se ofreciera a salir desde el banquillo para tratar de equilibrar algo más los quintetos, y Lue hizo caso a su petición. De hecho, el base no solo ejerció como sexto hombre de salida, sino que, tras una noche bastante desacertada, tampoco acabó el partido en la pista. Y, aunque la segunda unidad tuvo tramos mejorables, el cinco inicial pareció funcionar algo mejor, que era el objetivo. Veremos a partir de ahora.
Los angelinos acabaron así con la buena racha de unos Rockets que estaban siendo una de las grandes revelaciones de este curso, pero a los que se les atragantó el choque en los compases finales, en los que apenas fueron capaces de generar nada en ataque. Sengun, con 23 tantos, terminó como máximo anotador por delante de Jalen Green y Fred VanVleet, autores de 20 y 19 respectivamente, pero ninguno de ellos consiguió castigar a la defensa local, muy bien cerrada en los últimos minutos, a la hora de la verdad.
Este triunfo mantiene con vida a los Clippers en la Copa NBA (matemáticamente, pero parece imposible que puedan clasificarse) y complica la vida a Houston, que estuvo cerca de colocarse con un 2-0 que les habría dado alas en un grupo muy complicado. El suyo es de hecho el único grupo sin ningún equipo invicto en lo que llevamos de torneo, y promete definirse en pequeños detalles como este apretado final.
(Fotografía de portada: Rich Schultz/Getty Images)