Dosis de surrealismo: Robert Sacre en el Dunk Contest de Japón

¿Cola de león o cabeza de ratón? Robert Sacre eligió lo segundo, y debemos agradecérselo. Joyas así no se ven todas las días.

Sacre comenzó como la última y más fina brizna del penacho. Un pick 60º del Draft. Eso sí, escogido por los Lakers nada menos.

Coincidir cronológicamente con algunos de los peores años del equipo, permitieron al pívot de Gonzaga sumar bastantes minutos de juego con la franquicia angelina y acumular hasta 35 titularidades en cuatro temporadas. Finalizado su capítulo rookie, firmó con los New Orleans Pelicans, con quienes no llegó a debutar en partido oficial. Y desde entonces, prácticamente le habíamos perdido la pista.

No se mudó demasiado lejos. Casi en la misma horizontal, un océano más a la izquierda. De Los Angeles a Tokio. De fenómeno de los banquillos a All-Star y Dunk Contest competitor. Porque Robert Sacre, como casi cualquier baloncestista con un mínimo de calado universtiario en USA, es una estrella del básquet en Japón.

Actualmente juega en la B.League, liga nacida en 2016 y que es el resultado de unir a las otras dos ligas hasta el momento allí existentes —la National Basketball League y la liga independiente BJ League— por mandato imperativo de la FIBA.

Allí, cabeza de léon y crack rutilante, además de ser seleccionado para el partido de las estrellas de la competición japonesa se permite frivolidades como apuntarse a su concurso anual de mates.

El molinillo, un lujo excesivo

Sacre puede y sabe machacar, desde luego. Le vimos hacerlo varias veces con la zamarra oro y púrpura y sus 2,13 lo convierten incluso en un matador solvente; pero nadie, insisto nadie, se lo habría imaginado jamás postulando para el NBA Slam Dunk Contest del All-Star Weekend.

Quizás porque nos intuíamos escenas tan dignas de caricaturización como la que sucedió este pasado fin de semana.

Probablemente pecó de exceso de «no carrerilla» y el windmill se le hizo cuesta arriba. Nada grave, un mate a dos manos a asegurar, y 45 al canto.

Pabellón lleno —bueno, como Tokio entero—, y público enfervorizado al estilo nipón. Uniformidad marcial incluso en los aplausos.

https://www.youtube.com/watch?time_continue=452&v=3QeyjoBH0eA

O dejamos con el resto del concurso —no tiene desperdicio—y en el que, como pronto apreciaréis, cuesta realmente, por los rasgos fisionómicos de sus participantes, creer que realmente es en Japón donde estamos.


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