Jugadores de los Magic, «felices» con la marcha de Ibaka

Los Orlando Magic han perdido a un gran jugador interior. Uno además por el que sacrificaron importantes activos el pasado verano. Sin embargo, en el seno del equipo, en el vestuario, reina la felicidad.

Serge Ibaka, se describía hace escasos meses como ese chico que llegaba a Orlando para ser el que apagara las luces del pabellón. Primero en llegar, último en terminar. Venía para trabajar duro y entrenar más que nadie. Así lo había aprendido en Oklahoma de KD. Cumplida o no esta premisa y aunque no hemos visto un mal Serge en Florida, no ha logrado alcanzar, durante su corta estancia —especialmente en el distrito defensivo—, el mejor de sus niveles ofrecido en OKC. Sin embargo, eso no le ha privado a nivel de impacto y minutos de su consideración de estrella.

Efectos colaterales

Ibaka —aquí las reclamaciones al general manager de Orlando, Rob Hennigan— aterrizaba en una franquicia con overbooking en la pintura. Vucevic, Gordon, Biyombo, otros tres jugadores aspirantes a etiqueta negra, se veían siempre desplazados por él. Desplazados por lo que el técnico del equipo deseara del hispano-congoleño en cada momento.

Si lo ponía en su posición natural de ‘4’, automáticamente Gordon, y también Jeff Green —que gustan de jugar de power forward pequeños—, se veían apartados al puesto de ‘3’. ¿Que Frank Vogel apostaba por el small ball con Ibaka de ‘5’?; pérdida de minutos para Vuvevic y Biyombo. Y además, por supuesto, Mario Hezonja pasaba de ser poco importante a directamente residual. Efecto dominó de no muy buenos resultados y que nacía en su fichaje estrella estival. Y además, los otros y más importantes resultados, los colectivos en la clasificación, tampoco han llegado. El coste de oportunidad era solo eso: coste y escaso beneficio.

Así, no resulta complicado entender que el ambiente que reinaba en la plantilla no era precisamente el del Walt Disney de Orlando. Steve Kyler ,de Basketball Insiders, ha filtrado que como consecuencia de esta pendiente resbaladiza, el lazo de unión y apego no era el mejor de todos entre Serge y sus compañeros de equipo. La química era escasa, y la situación parecía estar herida de muerte.

Puede pues, que con el traspaso de Ibaka —y la llegada de Terrence Ross— no sólo se cure el problema de superpoblación en la pintura, sino que sanen también en los problemas emocionales de desafecto alrededor de ella.Un amor eterno, que nunca llegó a ser tal.


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