Tal es el galimatías de dimes y diretes y negociaciones subrepticias que se han (y se están) llevado a cabo entre Cleveland Cavaliers y Tristan Thompson, que supone un reto apostillar como ha evolucionado tan enmarañada negociación.
Lo que si parece estar claro es que la relación entre jugador y franquicia está más gélida que nunca. La extensión parecía tener cuyo único handicap el tiempo, y que finalmente el barco estaba destinado a llegar a buen puerto, por mera cuestión de simbiosis. Y ahora, por contra, cada día que pasa el barco está más cerca de despedazarse contra las rocas.
Las últimas informaciones hablan de que Tristan resiste firmemente en la peana de la tozudez y apenas ha variado sus pretensiones iniciales, aferradas a los 94 millones de dólares.
Mientras, los Cavaliers, a pesar haber prescrito el plazo para firmar por la oferta cualificada, no retiran de la mesa la propuesta inicial. Ninguna nueva ha salido de las oficinas del equipo de Ohio. Ni a la baja ni a la alta; sobrevive la inicial de 80 millones.
Así lo ha hecho saber Chris Haynes, de Cleveland.com, quien ha seguido muy de cerca todo este proceso de maduración intrincada. En tal escenario, el reloj gira más rápido para el ala-pívot, ya que continúa siendo agente libre restringido, y los Cavs podrán igualar cualquier hipotética —e improbable— oferta que llegara del exterior.
¿Dará finalmente, viendo el panorama, Thompson su brazo a torcer por este, nada cicatero, contrato?