Los días de agosto en los que se sucedieron los hechos son historia. Primero, Kyrie Irving levantó la liebre con una cantinela que parecía irreal en los primeros instantes: quería salir de los Cavs y desmarcarse de la sombra de LeBron James, construir su propio camino. Y poco después, Danny Ainge y Boston aprovecharon esa situación para edificar los Celtics actuales, que lideran la Conferencia Este y pudieron derrotar de manera clara a Cleveland este pasado miércoles. La secuencia se conoce de sobra, Kyrie terminó en Boston y allí es donde desea que germinen sus propias raíces. Sin embargo, otros equipos quisieron apostar fuerte por la situación límite de Irving en los Cavaliers y empujaron duro por su traspaso. Uno de ellos fueron los Spurs.
«San Antonio intentó de manera muy, muy fuerte hacerse con él», pudo deslizar recientemente el periodista Adrian Wojnarowski (ESPN). Los Spurs, nunca dados a explosiones en forma de traspaso, intentaron canjear sus opciones de dar un golpe a la liga que hubiera sido aterrador para el resto de franquicias. Kyrie Irving en Texas junto a Kawhi Leonard o LaMarcus Aldridge.
De hecho, el reclamo para San Antonio pudo haber llegado del propio Irving, pues uno de los destinos preferidos que el jugador facilitó a los Cavs junto a su petición de salida fueron los Spurs (además de New York, Miami o Minnesota). Hubiera sido una conexión letal, pero los Celtics se adelantaron a todo y todos.
Los Spurs ya lo habían intentado con Chris Paul, que deseaba salir de los Clippers (y lo terminó haciendo), pero tampoco sonó la flauta. Houston pudo montar su particular dúo de la muerte. Seguramente, en ambos casos, San Antonio no tenía suficientes argumentos que ofrecer a Clippers y Cleveland, pues se presupone que Aldridge y Leonard son intocables.
Nada de eso ocurrió y ahora Kyrie Irving es la estrella contemporánea de los Boston Celtics.