Se cocina la renovación de Doc Rivers

Al más fiel estilo La gran evasión, las estrellas de L.A. Clippers van esperando su vagoneta para ir escapando una a una. Primero fue Chris Paul, luego Blake Griffin, y todo parece apuntar a que la tercera y última, DeAndre Jordan, será la próxima en salir.

El proyecto se fue ahogando, consumiéndose en un futuro de «casis». El Big Three demostró no ser tan Big, y hace tiempo que dejó de ser Three.

Aquella remontada a manos de Houston, cuando vencían 3-1, fue la puntilla. Ni unas Finales de Conferencia. Y Chris Paul, consciente de que su tiempo empezaba a agotarse, forzó su traspaso para unirse al equipo que poco antes había dejado a su franquicia bailando sobre el cadalso.

Al año siguiente le llegó el turno a Griffin. Su físico empieza a abandonarle, y su baloncesto evolucionado demostró no ser suficiente para perpetuar al equipo en el curtido grupo de contenders. DeAndre Jordan, sin sus amados lobs, no tardará en cerrar la última página de un libro en cuyo estertor final se desvanece como presa de las Gemas del infinito.

Esquivos a la reconstrucción

Y sin embargo, no es el final. Solo un cambio de tercio. A lo imposible, es decir, al desmembramiento de su Big Three, los Clippers han sabido sobrevivir. Su mejor nivel lo dieron esta temporada, precisamente, a partir del traspaso de Blake Griffin. Y esto es porque han sabido sacar rédito a la marcha de sus cracks.

Por Paul llegaron, entre otros, Lou Williams, Patrick Beverley, Sam Dekker y Montrezl Harrell. En el caso de Blake recibieron, provenientes de Detroit, a Tobias Harris y Avery Bradley. Piezas más que suficientes para acallar cualquier conato de reconstrucción.

Y a esta plantilla, aunque por semanas (y meses) no lo parezca, también pertenece Danilo Gallinari. En resumen, que por mimbres no es ni será.

Avalado

Y para seguir dotando de continuidad al proyecto, habrá una fuga menos. Porque Doc Rivers seguirá siendo el entrenador jefe al mando. Por más que tanta urgencia tenga descolocado a su hombre de negocios y dueño de la franquicia, Steve Ballmer.

«Lo que estoy aprendiendo de la NBA es que en un negocio normal, un contrato de cinco años es un contrato de cinco años, y no hablas del sexto año hasta que termina el quinto. Pero éste no parece ser el protocolo en la NBA», explica el propietario.

No obstante, Ballmer parece haber cedido a sus prejuicios mercantiles. Fuentes del LA Times señalan que entrenador y dueño se han reunido para trabajar en una extensión multianual.

«Amo el punto en que se encuentra esta institución en estos momentos», decía Rivers en una entrevista hace unas semanas.

¿Fichajes?

Su continuidad es, sin duda, algo bueno para el equipo. El nombre de Rivers mantiene todavía el prestigio que se ganó definitivamente cuando condujo a los Boston Celtics al anillo en 2008. Y su estancia, además de afianzar la estabilidad del proyecto, puede ayudar a atraer a otras estrellas durante la agencia libre.

LeBron James y Paul George son los grandes nombres de este verano.  Jimmy Butler, Klay Thompson y (si no lo traspasan antes) Kawhi Leonard, los del siguiente.


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