Es hablar de jugadores «infravalorados» y, a no mucho tardar, alguien mencionará el nombre del pívot suplente de los Minnesota Timberwolves, Naz Reid.
Acto seguido, otro preguntará si puede considerase infravalorado alguien que ya ha sido galardonado con el premio a Mejor Sexto Hombre de la temporada (2023/24).
Desde luego, en función no solo de los méritos reconocidos, sino del potencial perdido, se puede defender la postura de Reid como un jugador que no se valora en su justa medida. Que no se le saca todo el jugo que lleva dentro. O que (como Manu Ginobili en los Spurs y salvando las distancias) se adapta a un rol inferior por sumar a una causa mayor.
Y al igual que el argentino hubiese acumulado más que dos All-Stars de optar por el ego individual en lugar de por la dinastía colectiva, también (tal vez) estaríamos ante un techo distinto en caso de que Reid, en lugar de renovar para suplente de lujo en los T-Wolves, hubiese elegido una franquicia donde además de un buen contrato, le hubiesen asegurado la peana de ‘4’ o ‘5’ titular.
Hijo adoptivo de Minneapolis
Pero eligió Minnesota, casa donde muy de cuando en cuando, nos regala partidos de más de 30 puntos. Ayer firmó el quinto de su carrera, con su segunda mayor anotación como profesional. Y a diferencia del sabor agridulce de los 34 de su plusmarca (con derrota ante los Cavs), ayer la noche fue redonda del todo.
33 puntos, 7 rebotes y 3 asistencias en 27 minutos desde su casilla de salida (el banquillo), como parte del paseo ante Chicago Bulls por 136 – 101, donde el rápido release exterior del interior de Nueva Yersey operó a la perfección (6 de 10 en triples).
A sus 26 años, y con su futuro bien atado a unos Wolves que apunta a ser la franquicia de su vida (séptima temporada en sus filas tras apostar por él como undrafted 2019), Reid sigue siendo ese sexto hombre sinónimo de fiabilidad del que sin esperar nada en especial sabes que te lo va a dar casi todo.
(Fotografía de portada de David Banks-Imagn Images)
