Blake Griffin continúa sin ser un jugador demasiado respetado en la NBA.
No en términos de rendimiento, donde toda la liga le reconoce ya como uno de los mejores, sino en materia puramente de la consideración que desprende desde de quienes miden marcaje con el.
Ayer, frente a los Grizzlies, Griffin volvió a verse envuelto en una tímida revuelta, tan solo un leve conato de tangana, después de sufrir un empujón, desde el suelo, por parte de Kosta Koufos.
La acción, sofocada inmediatamente por compañeros y árbitros, quedó en nada más que un desafío sin desenlace.
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