Ben Wallace: «Toda mi carrera ha sido una lucha»

Ben Wallace se ganó a lo largo de su carrera una merecida reputación como especialista defensivo. Un jugador rocoso, duro y omnipresente en la pintura que formó parte de aquella temperamental y exitosa segunda parte de los Bad Boys. En los Pistons completaría los mejores años de su trayectoria, coronados con el campeonato de 2004 contra el Big Four de Los Angeles Lakers y cuatro premios al Defensor del Año, una cifra únicamente igualada por Dikembe Mutombo.

Sin embargo, su vida no ha sido un camino de rosas. Ni hasta entonces ni, mucho menos, después. Visto desde una perspectiva posterior, incluso se podría pensar que su ascenso a la élite de la NBA fue una hazaña inesperada. Wallace creció como un apasionado del fútbol americano hasta que una lesión en el cuello le obligó a redirigir su energía hacia el baloncesto.

Uno de sus hermanos lo inscribió en un campus de baloncesto de verano dirigido por Charles Oakley. Una decisión que escribiría la primera página de su futuro como jugador. Y de su personalidad guerrera. En una de las lecciones, Oakley solicitó que uno de los jóvenes disputara un uno contra uno contra él. Wallace se ofreció ante el silencio sepulcral que reinaba en el grupo. No era un cualquiera. Hablamos de un Oakley que, por aquel entonces, era titular en los New York Knicks.

A pesar del carácter informal del evento, el center se empleo a fondo con el chaval, hasta el punto de abrirle una pequeña brecha en el labio tras un contacto. Wallace no se amilanó y puso toda la carne sobre el asador, lo que sorprendió y satisfizo a Oakley. «No retrocedo ante nadie, así que no me importaba ponerme físico con él. Aquello le gustó. Se convirtió en mi mentor y me ayudó a entrar en las dos universidades para las que jugué», declaró el ya ex-jugador en una reciente entrevista para The Athletic.

Sin embargo, completar sus últimos dos años en Virginia Union, con su equipo enrolado en la NCAA II, le cerró las puertas del draft. Wallace no sería seleccionado en la edición de 1996 y los Celtics lo cortarían poco después tras realizar unas pruebas. Tras un mes jugando en Italia, los Washington Bullets reclamarían sus servicios. En la capital estadounidense completaría tres temporadas y una más en Orlando antes de ser traspasado a Detroit junto a Chucky Atkins a cambio de Grant Hill.

En Michigan se erigiría como uno de los mejores defensores de la NBA y una pieza vital en la segunda era dorada de los Pistons. Una plantilla en la que brillaban otros nombres como Chauncey Billups, Rasheed Wallace y Rip Hamilton, y que dio mucha guerra entre 2002 y 2008, alcanzando seis Finales de Conferencia, dos Finales de la NBA y sumando un anillo.

En 2012 colgaría las botas y con ello empezaría un infierno personal debido a la depresión. “El baloncesto prácticamente te controla la mente. Te lleva a un viaje de altibajos muy grandes. Te hace que lo necesites todo el tiempo. Un día puedes coger 20 rebotes en un partido y al día siguiente salir y coger solo siete u ocho. Y entonces te quedas ansioso esperando a que llegue el siguiente partido para demostrar lo que vales. Cuando te retiras de las canchas, empiezas a sentirte apartado, nadie se preocupa por ti, no recibes tantas llamadas como antes. Es entonces cuando empiezas a decaer, pero al día siguiente no hay un partido para recuperar el ánimo, y sigues hundiéndote, y hundiéndote”, revelaría en 2018 en un artículo para The Undefeated.

El vacío dejado tras haber dedicado todo su tiempo al baloncesto se fue llenando poco a poco: la ayuda de Rick Carlisle fue clave en su recuperación, los Pistons le retiraron la camiseta en 2016 y paralelamente se convertiría en co-propietario y presidente de los Grand Rapids Drive de la G League, equipo asociado a los Detroit Pistons.

Ahora, Ben Wallace prosigue su vida con una paz interior mucho mayor. A sus 46 años ha sido nominado para entrar en el Salón de la Fama por tercera vez desde su retirada. A pesar de haber sido rechazado en las anteriores dos ocasiones, Big Ben no ha querido darle más importancia de lo necesario y se ha tomado el asunto con filosofía.

«Realmente no me frustra porque las personas que toman estas decisiones son personas que saben de baloncesto», reconoció Wallace al medio The Athletic. «Toda mi carrera ha sido una lucha. Todo en mi carrera ha sido una lucha y he tenido que trabajar por todo lo que obtuve. Supongo que esto no es algo diferente. Me han cuestionado toda mi carrera y tuve que salir y demostrar mi valía. Ahora, sin embargo, no hay nada que pueda hacer para salir y demostrar mi valía. Mi carrera se acabó. El hecho de que siga estando nominado dice mucho. Mientras sigas estando nominado, existirá una gran posibilidad de que puedas entrar.»

Wallace también fue preguntado sobre su percepción acerca del proyecto que el general manager Troy Weaver está construyendo en la ciudad de Motown. «Noto que están formando un equipo. Los jugadores tienen que superar obstáculos en Detroit. Así los equipos tienen más éxito. Los Bad Boys de antes que nosotros tenían un equipo completo. Cuando nosotros jugamos, lo hacíamos como un equipo. Eso es lo que los aficionados de Detroit están acostumbrados a ver: a jugadores que lo dan todo cada vez que pisan la pista. Parece que este equipo tiene a ese tipo de muchachos. Esto los preparará para el éxito futuro si continúan construyendo en esta dirección.»

(Fotografía de portada de Gregory Shamus/Getty Images)


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