Martes de opening night, miércoles de sobrerreacción. Es inevitable. Con la excitación que acompaña al comienzo de cada nueva temporada, reprimir el impulso de sacar conclusiones precipitadas se vuelve un arduo ejercicio de autocontrol. El año pasado nos bastó una noche para pensar que los Nets eran imparables y que los Lakers se iban a tomar con calma el inicio de campaña. Pronósticos que no se alejaron demasiado de lo que acabó ocurriendo, pero que no por ello dejan de ser superficiales.
Este año, los juicios que se emitan el día 20 por la mañana corren el riesgo de tener una corta fecha de caducidad. De los cuatro equipos que abrirán la competición, los Bucks son los únicos capaces de prometer un camino estable de aquí a final de curso. Nets, Lakers y Warriors no tienen esa suerte. Brooklyn cuenta con la constante incógnita de Irving. En Los Angeles solo repiten tres integrantes de la plantilla del año pasado, y solo dos jugarán esta noche. Y Golden State no podrá conocer su techo como equipo hasta la vuelta de Klay Thompson.
Sin embargo, la novedad abre nuevas historias que contar y tendencias que apuntalar, por lo que observar el primer paso de estos conjuntos resulta estimulante a pesar de todo lo comentado. Sin más dilación, os invito a sobrerreaccionar en base a cuatro aspectos que tener en cuenta de cara a esta noche de apertura.
Los cambios defensivos de Milwaukee Bucks
La offseason de los Bucks ha sido continuista porque era como debía ser y porque no le quedaba otra. Las decisiones de este verano ya se tomaron el pasado diciembre con la renovación de Giannis Antetokounmpo y el pasado abril con la de Jrue Holiday. Solo una catástrofe en postemporada podría haber cambiado el devenir de las cosas, pero el fin del anillo logrado justifica cualquier medio.
Ahora bien, igual que la llegada de P.J. Tucker a mediados de la temporada pasada significó reformular completamente los cimientos defensivos del equipo, su marcha no tiene por qué llevar una regresión al modelo anterior. Con Tucker, Budenholzer enfatizó la defensa de cambios en cada bloqueo, quedando Brook López como único jugador cuya misión no consistía en perseguir al jugador con balón en el pick-and-roll.
Ante este tipo de jugadas, el pívot recularía para proteger el aro, aunque ya no de forma tan exagerada como en ocasiones anteriores, pues el floater se ha convertido en una tendencia demasiado eficaz como para regalarlo. Pese a que el equipo se siente más cómodo con Giannis acudiendo a la ayuda desde lado débil, esto normalmente es consecuencia del miedo que le tiene cualquier rival a atacar al griego en el uno contra uno.
De esta forma, Milwaukee comenzó a utilizar una defensa cambiante hasta el extremo con la idea de pulirla una vez llegados los playoffs. Sobra decir que no les fue nada mal.
Enfrentarse a Kevin Durant resulta un ejercicio de creatividad siempre interesante. Aún sin Di Vincenzo, ningún jugador de la actual plantilla aporta la versatilidad defensiva que brindaba Tucker, por lo que KD o James Harden siempre tendrán un eslabón débil al que atacar. Por suerte, Krhis Middleton vuelve a tiempo para debutar.
Lo interesante pues será ver si Budenholzer sigue apostando a ojos cerrados por el cambio defensivo o si prefiere dejar a alguna pieza fuera de la ecuación. En cuyo caso habrá que poner la lupa en las decisiones que sigan a este planteamiento para defender al anotador más imparable del mundo y de cara a sentar precedente para este inicio de campaña.
El backcourt de los Brooklyn Nets
¿Qué versión de James Harden veremos ante la baja indefinida de Irving? La llegada de la Barba a Nets en enero le hizo desempolvar su versión más playmaker y, sin convertirse en un base del estilo pass-firts, sí que fue un gestor mucho más enfocado al colectivo de lo que era en Houston.
Así afrontó su corta convivencia con los otros dos integrantes del big three, dejándoles espacio para poner en liza su desequilibrio individual al tiempo que intentaba conectar el resto de piezas entre sí y con ellos mismos. Resultó delicioso volver a ver a Harden repartiendo pases que no buscaban ser definitivos, pues es uno de los jugadores más creativos del mundo.
La ausencia de Kyrie Irving no deja tiros a repartir porque la discontinuidad de sus estrellas no dieron tiempo a los Nets a conformar una estructura y jerarquía clara. Sin embargo, seguramente sea Harden el encargado de absorber la mayoría de peso ofensivo que deja Kyrie. Y, a juzgar por lo visto el año pasado, optará por repartir buena parte de las oportunidades vacantes.
Con Kevin Durant alimentándose a sí mismo, Patty Mills cobra una importancia mayúscula a la hora de explorar nuevas vías a un ataque colectivo. El australiano es uno de esos jugadores que no necesita demasiado balón para ser determinante. De hecho, su evolución los últimos años le han llevado a ser un tirador abierto más que nunca. No obstante, son las acciones que pueda ejecutar desde el bote las que multiplican las opciones ofensivas de los Nets.
Mills es un estupendo anotador recibiendo con la ventaja ya generada, pudiendo echar el balón al suelo y amenazar desde la media distancia o la penetración, donde también tiene lectura suficiente como para mantener el balón en circulación. En principio saldrá desde el banquillo, pero lo más probable es que no lo haga como líder de la segunda unidad, pues ese rol ya lo ocupa el propio Harden, especialista en sacar lo mejor de quintetos de talento reducido.
La capacidad de la Barba para generar de la nada restará espacio a Mills para crear desde el bote, pero le regalará un contexto casi inmejorable para que sus decisiones pesen más en el sistema ofensivo. Ante la falta de Irving, el fichaje del australiano cobra nueva relevancia, y de su encaje con James Harden dependerá gran parte de la rotación y lazos de juego que acabe confeccionando Steve Nash.
La velocidad de Westbrook ¿recurso o discurso?
El fichaje de Westbrook dio pie a dos impulsos que entraban en colisión. Por un lado, la idea de la falta de espacio que ya fue mortal para el equipo y en la que redunda la llegada del base. Por otro, innumerables artículos tratando de darle sentido al traspaso por lo que suponía descargar a LeBron de responsabilidad con balón, empujar a Davis al cinco y sumar otra superestrella. Pero todas estas suposiciones serán papel mojado hasta que comience el discurrir del día a día y se pueda evaluar hasta qué punto la balanza cae de un lado u otro.
De momento, lo visto en pretemporada anuncia que lo que se impone es la parte negativa. Y aunque es innegable que la convivencia entre James y Westbrook a media pista será el foco de interés central de la temporada, quizás ahora mismo resulte más relevante poner la lupa en otro sitio.
La prioridad de los Lakers desde que llegase Frank Vogel al banquillo está en el apartado defensivo. Durante el año de su último campeonato, los problemas de spacing derivados de la falta de tiro exterior ya estaban ahí, pero se solventaban desde los contraataques que habilitaban una defensa agresiva. El equipo estaba construido por y para ello. Con exteriores de gran despliegue defensivo como Danny Green, Kentavious Caldwell-Pope y Alex Caruso; e interiores de élite a la hora de defender el aro y correr la cancha como Dwight Howard, JaVale McGee y Anthony Davis.
En principio, Russell Westbrook debería ahondar en esta idea de juego rápido, pues su presencia es un atajo constante a la transición ofensiva. Raro es el año que cae del pódium de jugadores con mayor número de posesiones disputadas. Pero, aunque su equipo haya podido hacer un mejor o peor trabajo acompañando sus cabalgadas, suele emprenderlas como verso libre. Nada frena a Westbrook a la hora de plantarse en la línea de triple rival, lugar donde levantará la cabeza y tomará su binaria decisión. Pasar o penetrar.
Siendo otro prodigio en este tipo de acciones, LeBron representa un perfil totalmente diferente, mucho más cerebral y versátil. Lo más lógico sería pensar que James busque alimentar a Westbrook, pero también puede que sirva como principal represión de sus instintos salvajes.
Resultará clave observar cómo se tejen las transiciones ofensivas del equipo. ¿Quién será el lanzador más habitual? ¿Davis como tráiler o punta de lanza? ¿Qué actitud mostrará Westbrook y el equipo en general en cuanto al rebote defensivo? ¿Quién corre por delante de balón? ¿Será la veteranía del grupo una rémora a este respecto?
Sobre el papel, el big three de los Lakers tiene mimbres para construir el contraataque más apabullante del mundo, pero los complementos de plantilla no terminan de casar con esta idea. La velocidad de Westbrook compensa la pérdida de agresividad defensiva como pasaporte a la transición. Solo falta saber si Vogel tratará de convertirla en su discurso o seguirá dejando que Russel sea una orquesta de un solo hombre.
Curry y el balón. Draymond y el triple
Por asombroso que parezca a estas alturas, posiblemente Stephen Curry cerrase la temporada 2020-21 como la mejor de su carrera en el apartado individual. El de los Warriors llevó su ya de por sí absurda eficiencia a cotas inimaginables. Curry protagonizó su temporada de mayor anotación y volumen de uso en cancha por encima del 60% en eficiencia en tiros de campo. Datos que solo Durant, Antetokounmpo, Zion y Jokic fueron capaces de mantener con cifras de lanzamiento equiparables.
En cambio, también fue su campaña con menos victorias compartidas desde su primera explosión en la 12-13, lo cual desnuda las absolutas barbaridades a las que se vio obligado Curry para hacer de Warriors un equipo competitivo. La forma que adoptó esta dinámica en pista fue la del Steph que más balón absorbe desde la temporada de su primer MVP. Según datos de NBA Stats tanto en número de posesiones por partido, tiempo con el balón en las manos por cada toque, pick-and-roll ejecutados como manejador o canastas no asistidas; la 20-21 está en primera o segunda posición con respecto a su carrera. Eso sí, manteniéndose por encima del 90 percentil en todas ellas.
La tendencia se recrudeció pasado el ecuador de la temporada y durante finales apretados, acudiendo con frecuencia a un ‘yo contra el mundo’ inusual en los Warriors de Kerr. En la 2015-16, su temporada más similar a la última en la forma, las explosiones de Curry surgían de forma orgánica en el guion de partido, ahora aparecen como obligación para tener un clavo al que agarrarse.
Por ello resultará interesante ver si Steve Kerr dispone vías para maximizar esta versión de Steph o quitarle peso de los hombros. El paso delante de Jordan Poole podría devenir en un campo de pruebas aguardando la vuelta de Klay Thompson, y será atractivo observar qué peso creativo tienen Moody o Kuminga.
En este contexto, será determinante la versión que muestre Draymond Green esta temporada. La involución en el triple del ala-pívot fue fruto de la simplificación de procesos que conllevó la llegada de Kevin Durant en 2016. Pero una vez sin él, recuperar cierta amenaza desde el arco supondría abrir la puerta a secuencias ofensivas que un día fueron devastadoras. Sobre todo en jugadas que comienzan con Green bloqueando en cabecera y recibiendo la continuación hacia afuera de Curry.
Esta pretemporada, Draymond ha anotado un 37,5% de sus lanzamientos desde el perímetro, aunque los dos intentos en 19 minutos por partido son cifras demasiado bajas para hacer un análisis serio. Lo bueno es que, si como apuntan algunos insiders, el plan de Kerr pasa por reactivar los espacios que libera y alimenta un Green acertado desde el triple, será algo fácil de apreciar desde el primer momento. Bastará fijarse en la confianza que muestre el jugador, algo que se ve a la legua.
(Fotografía de portada de Elsa/Getty Images)