Denver se ha instalado como una de las ciudades más optimistas en el panorama actual de la NBA. A pesar del inesperado tropiezo sufrido en casa este miércoles ante los Oklahoma City Thunder, los de Colorado han entrado en el tramo final de la temporada con razones de sobra para soñar.
Un desenlace al que aspiraban hasta no hace tanto y que ahora buscan recuperar tras las recientes actualizaciones acerca del estado de salud de Jamal Murray y Michael Porter Jr., quienes podrían estar listos para disputar los playoffs.
Sin ellos, la histórica temporada de Nikola Jokic ha bastado para que los Nuggets se hayan asentado en la sexta posición de la Conferencia Oeste. Una racha que dio comienzo tras la derrota sufrida el pasado 5 de enero ante los Utah Jazz. Este varapalo supuso un pequeño punto de inflexión: desde entonces registran un balance de 18-8, incluidas ocho victorias en los últimos diez encuentros.
El serbio ha sido el principal pilar sobre el que se ha sustentado el rumbo del equipo. Durante muchos momentos del curso ha sido, de hecho, el único. Así lo hizo saber el técnico Michael Malone a principios de noviembre, cuando compartió su temor sobre caer en una Jokic-dependencia. Un contexto muy peligroso por dos motivos. En primer lugar, por el gran riesgo de quemar a Jokic en apenas un par de meses. Y segundo, porque ponía de manifiesto la limitada aportación del banquillo. El dato entonces era demoledor: con Jokic en cancha, los Nuggets superaban a sus rivales en 14,2 puntos por cada cien posesiones. Sin él el Net Rating caía hasta un paupérrimo -25,4.
Curiosamente, aquellas fisuras iniciales han dado paso a un fondo de armario compacto y efectivo. Hasta aquella derrota ante los de Salt Lake City a principios de enero, el banquillo de los Nuggets aportaba 32,4 puntos por encuentro (20º) y presentaba el tercer peor plus/minus de toda la NBA, tan solo por delante de Orlando y Detroit. Desde entonces, la transformación ha sido tremenda: 41,7 tantos (3º) y un +1,9 de diferencial (6º).
Ya no es solo que los titulares hayan mejorado su cohesión en pista –el quinteto titular formado por Jokic, Green, Gordon, Barton y Morris supera a sus rivales por 11,3 puntos por cada cien posesiones, sexto mejor de la liga entre aquellos con un mínimo de 200 minutos–, sino que el banquillo ha dado un paso adelante en calidad y capacidad de ofrecer descanso con garantías a los iniciales.
DeMarcus Cousins ha resultado una revelación para la segunda unidad, gracias a su físico e intensidad, algo de lo que adolecía el repertorio de rol. Además, ha permitido que Zeke Nnaji se sienta más liberado para jugar como stretch-four, donde es especialmente peligroso (48,7% de acierto en triples).
Así, el center ha servido para anclar la pintura mientras Malone lo rodea de la anotación de un revitalizador como Bryn Forbes, la versatilidad de Austin Rivers, la garra de Facu Campazzo o el descaro ofensivo de Bones Hyland. De este modo, las alternativas del técnico se han multiplicado y diversas ecuaciones devuelven valor positivo aún sin la presencia de Jokic, gran catalizador de todo lo que ocurre en pista. Suficiente para que tres de los diez quintetos de los Nuggets con Net Rating positivo no necesiten del serbio.
En general, el equipo que escolta a Jokic ha dado un gran paso adelante y se ha nutrido de la propia vocación altruista del vigente MVP. No solo hablamos de anotación, sino también de defensa y distribución del juego. Los Nuggets presentan el séptimo mejor rating defensivo desde febrero, además de ocupar el sexto puesto en asistencias (27,4). El banquillo, una vez más, suma: 9,5 pases de canasta por duelo, también sexta mejor marca de la NBA.
Más allá de los datos en bruto, esta evolución apunta a una perspectiva positiva para el equipo en términos de cohesión y química que solo debería mejorar con el tiempo. Quizá suficiente, incluso, para mantener esta tendencia al alza hasta la finalización de la regular season para lograr el factor cancha de cara a los playoffs. Ahora mismo, tres partidos y medio separan a los de Denver de los Utah Jazz, cuartos clasificados. En medio, unos Dallas Mavericks sumidos en una dinámica positiva similar a la de los Nuggets.
Aún así, todo ello resulta insuficiente para emerger como un verdadero contender, etiqueta a la que aspiraban de sobra con Porter Jr. y Murray. Ahora, ambos están cerca de regresar, por lo que vuelven a escucharse ciertos murmullos que señalan a Denver.
Los dos escuderos de lujo de Jokic completan el engranaje general del equipo. Un conjunto que, ahora mismo, está exhibiendo su mejor juego de la temporada. A priori, Murray y Porter Jr. impulsarán todavía más este nivel aunque también pueden levantar una barrera sobre los automatismos del equipo tras tanto tiempo alejados de las canchas.
Si ambos finalmente son capaces de vestirse de corto y el ajuste resulta inmediato, que nadie se extrañe si en poco más de dos meses vemos a los Nuggets luchando por un hueco en las grandes Finales de la NBA.
(Fotografía de portada de Jamie Schwaberow/Getty Images)