El cara a cara: ¿los 76ers deberían de traspasar a Ben Simmons?

Nbamaniacs estrena sección para esta temporada, cuyo primer número irá en abierto y los subsiguientes para suscriptores. En ‘El cara a cara’ trataremos temas candentes de actualidad que generen polémica o debate entre el aficionado, e inviten a ser enfocados desde varios prismas, alimentando opiniones diversas y, a menudo, enfrentadas.

Cuando dos miembros de nuestra Redacción choquen en sus puntos de vista (sobre la conveniencia de un fichaje, lo necesario de un ajuste en pista, lo pertinente de unas declaraciones, lo acertado de una última pizarra analizando un posible game winner o una decisión arbitral) lo harán desde esta sección, que podrá ser tanto en formato escrito –este post– como en choque directo en nuestro podcast.

Un Lover vs Hater de toda la vida pero sin caer en la demagogia o el extremismo, tratando siempre de priorizar la argumentación por encima del zasca barato, aún siempre, claro está, desde la visión subjetiva de cada redactor. ¡Esperamos que os guste y os animéis a agrandar cada debate, ya sea en los comentarios o desde nuestro chat de Discord!

Enrique Bajo: el flotar se va a acabar

Nada como un buen vídeo de menos de un minuto enlazando una secuencia de buenas acciones para volver a disparar el hype. Y ellos lo saben. Vaya que si lo saben. Ocurre cada año o, mejor dicho, cada verano. Y quienes más se aferran a ellos, a esos pequeños y efectivos sketches, suelen ser jugadores que tienen algo que demostrar.

Carmelo Anthony, por ejemplo, cada off season de los cinco o seis últimos años, nos ha acostumbrado a una serie de vídeos (sin camiseta o Hoodie Melo) haciendo rutina intensa de tiro, para demostrar al espectador escéptico –ese que clama que se le está poniendo cara de donut– que está más fino, centrado y en forma física que nunca.

Jahlil Okafor ha hecho de esos mismos cortometrajes su mejor compilación de highlights de cada la temporada que le sigue. No importa cuánto demuestre que ha mejorado en su desplazamiento lateral o en su tiro de media distancia sin rivales ni punteos delante. Luego no le vemos aparecer en la rotación de sus equipos con la regularidad que algunos desearían viendo sus maneras. Pero por intentarlo y recordarnos las razones que le llevaron a ser número 3 del Draft, que no quede.

Siendo así… ¿qué necesidad puede tener para recurrir a ganchos así un jugador que viene de clasificar 2º en el DPOY, jugar el All-Star y tener su futuro bien salvaguardado bajo un contrato de 5 años y 177 millones de dólares? Pues su tiro. O mejor dicho, la ausencia total del mismo.

Un caso prácticamente insólito y sin precedentes en la historia de los point guards y que, a pesar de los muchos otros inputs que hacen de Ben Simmons el pepinazo de jugador que es, ha empezado a hacer verdadera mella en su reputación, hasta prácticamente descargar sobre él todas las culpas de que los 76ers cayeran en el Game 7 ante los Hawks y se quedaran, otro año más, sin disputar las Finales de Conferencia.

El traspaso no es algo que se rumorea. Se ha estado buscando y se busca descaradamente, y en mi opinión, de hacerse, sería un error imperdonable. Estaba bastante seguro de ello nada más se produjo su eliminación en playoffs y lo corroboré del todo unas semanas después. ¿Cómo? A través del vídeo veraniego de rigor de me & myself (and Rondo). Lo reconzoco. He picado el anzuelo.

¿Que puede que se pasaran treinta y cinco minutos para lograr rescatar esta mini-racha de three in a row? Es una posibilidad, pero eso es lo que menos importa. Mejor quedarnos con lo bueno que hay en este simple vídeo. Que no es poco.

En primer lugar, lo más obvio: Simmons es capaz de anotar tres triples consecutivos con fluidez. Puede parecer una tontería pero no lo es. Sobre todo por el cómo lo hace. Shaq, Dwight, incluso Rudy Gobert son capaces de encestarte tres triples seguidos en un instante efímero de inspiración; pero sus maneras, sus mecánicas y su ejecución te revelan, de inmediato, que no es algo que vaya a suceder con asiduidad ni estemos ante una faceta con fácil proyección de mejora.

Simmons, por su parte, tiene ‘el pack’ del tirador: una alineación correcta, un salto limpio y un más que decente release, tanto en velocidad como en swing. Una rutina preestablecida que en otros jugadores puede llevar años, incluso una vida entera, el poder generar, desarrollar o modificar para convertirla en el correcto punto de partida, antes de centrarse en los porcentajes de acierto. ¿Queréis más? Aquí un poco más. De ayer mismo.

Solo por su altura (2,11) y por como libera el balón, el tiro de Ben ya se convierte casi en imposible de puntear, pero es que además, por su forma de acomodarse vemos de inmediato que podría ser un jugador efectivo tanto en catch and shot como en tiro tras bote (en contraposición, por ejemplo, a nuestro Ricky Rubio, que ha desarrollado un más que decente tiro en estático pero al que siempre le resultará más difícil el triple en transición).

En definitiva, que si el tiro de Ben no mejora no es porque no tenga las herramientas, sino simplemente la continuidad. Y traspasarlo por esta lacra no es (no debe ser) la solución; es el pésimo atajo y una forma de tirar por la borda una oportunidad increíble. La de juntar al verdadero Ben Simmons, ese que aún tiene la mitad de su potencial por salir, con el actual Joel Embiid, uno de los mejores pívots del siglo XXI.

¿La terapia? Instaurar el carácter preceptivo abandonando lo potestativo. Tiras o tiras. Y si fallas, fallas y fallas, vuelves a tirar. ¿Recordáis quién recibió una pequeña dosis de esta medicina? Fue Joel Embiid, de las manos de (quién si no) Jimmy Butler.

Los 76ers perdieron a Butler, así que sólo tienen que encontrar a otro que haga su papel de Sargento Hartman, ya sea el head coach, el entrenador de tiro, otro compañero con voz en pista o quien haga de utillero. Da igual quién. Pero hay que obligar a Simmons a lanzar: o tiro o banquillo. Porque una vez rota esa puerta, las posibilidades son infinitas.

Simmons no necesita convertirse en Klay Thompson ni nadie espera que lo haga (ni que se acerque). Con el actual Giannis Antetokounmpo, ese MVP de mecánica dolorosa pero que ya no duda en lanzar cuando existe el tiro liberado y fuerza al defensor a una mínima labor de punteo, ya es suficiente para que entre en juego el resto del arsenal con un potencial de daño infinitamente mayor. En cuanto involucras a tu marcador a una defensa más estrecha, tu IQ para el pase y tu capacidad para la penetración y la definición crecen superlativamente como amenaza. Y a ellas, añades por fin la otra, hasta ahora, esencial e ignorada. La capacidad de sumar desde el lanzamiento, ya sea de dos y, sobre todo, de tres.

En los 76ers se beneficiarían de esto todos sin excepción. Embiid, Harris, la recua de tiradores especializados e incluso el propio tiro libre de Simmons, cuya tendencia al fallo nace mucho más de un aspecto psicológico que de una mecánica o puntería deficiente.

Ben Simmons continúa siendo ese first pick soñado a quien, como una scooter recién desembalada, aún no le han quitado los topes para que despliegue toda su velocidad: defensa, potencia, visión de juego, inmune al mismatch, y con un tiro por desarrollar que solo requiere mucho de insistencia y un poco de paciencia.

Como algunos predicen desde Madrid con Gareth Bale, en Philadelphia tienen ‘a su gran fichaje’ en casa. Sólo necesitan que el staff técnico haga su trabajo (hola, Doc) para que el propio Ben multiplique el resultado del suyo sobre el parquet. Y entonces, cualquier oferta de traspaso en restrospectiva, nos sonará a un chiste malo, pobre e insuficiente.

Y que me perdonen desde Wipp Express por el robo del eslogan. Pero yo es que lo serigrafiaría en una camiseta y exigiría a Ben lucirla en cada pre-partido. Porque si quiere quedarse y triunfar (en Philly o en cualquier otra parte) no hay vuelta de hoja: el flotar se va acabar.

Jacobo León: renovarse o morir

La situación que rodea a Ben Simmons se ha vuelto insostenible tras alcanzar ese punto en el que la ruptura se presenta como la mejor solución para ambas partes. Cuando los Philadelphia 76ers lo renovaron en 2019 por 170 millones ya existían dudas sobre su tiro pero estas eran superadas por su juventud y proyección futura.

Por el camino, la franquicia ha conseguido depurar los errores de aquella horrible gestión contractual que saturó el espacio salarial sin devolver réditos deportivos. Sin embargo, las eliminaciones sufridas en playoffs han mostrado una realidad cada vez más clara: las limitaciones ofensivas de Simmons, su incompatibilidad con Joel Embiid y su futuro en el proyecto.

Si bien la postura desde la franquicia fue en todo momento de apoyo hacia el jugador, las declaraciones de Doc Rivers y del propio Embiid tras la eliminación ante los Atlanta Hawks ponían de manifiesto que la confianza y paciencia en él estaban muy cerca de agotarse.

De hecho, el camino que ha seguido desde entonces su actualidad así la confirma: cartel de transferible, numerosos rumores de traspaso y una aparente ruptura de relaciones con la franquicia. Es evidente que no solo es la organización quien planea deshacerse de él, sino que el propio Simmons agradecería empezar de nuevo y recuperar la confianza en otro destino menos exigente.

De momento, una inminente operación se ha topado con varios escollos: el alto contrato de Simmons, las propias exigencias del jugador de elegir su destino y las altas pretensiones de los 76ers. A Ben le restan cuatro años de contrato, y solicitar jugar en Golden State Warriors no hace más que boicotear sus posibilidades de traspaso. A su vez, Daryl Morey se habría plantado en un paquete similar al recibido por los Rockets por James Harden.

El problema es que la calidad y el cartel de Simmons es actualmente inferior al de La Barba. El escolta es un jugador capaz de modificar el rumbo de una franquicia con su mera presencia. Sin embargo, Simmons no ha sido capaz siquiera de marcar las diferencias en Philadelphia. Incluso, los 76ers podrían aspirar a cotas mayores sin él, si logran dar con las piezas correctas. Y la renovación reciente de Joel Embiid confirma quién es la verdadera cara de la franquicia.

De este modo, el divorcio se presenta como la mejor opción para ambas partes. Los 76ers podrían transformar su versatilidad defensiva y su dirección de juego en varios jugadores de impacto inmediato más afines al sistema. Y el propio Simmons reconduciría su carrera en otra franquicia que le otorgaría tiempo, confianza y galones.

Por supuesto, existe la amenaza de que estos problemas se puedan replicar en su nuevo destino. Simmons rechazó su participación en los Juegos Olímpicos para mejorar su juego y, por enésimo verano consecutivo, se han compartido varios vídeos suyos anotando de tres. ¿Será esta vez la definitiva?

(Fotografía de portada de Tim Nwachukwu/Getty Images)


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