La evolución hacia el pívot moderno

La NBA está cambiando constantemente. Desde un estilo antediluviano, duro, físico y rocoso hasta la versión del pace-and-space y el tiro exterior que vemos actualmente. El baloncesto no ha dejado de evolucionar desde sus inicios, afectando no solo a las normas que rigen su funcionamiento sino también a los sistemas y posiciones que participan activamente en él.

Ahora, un base sin anotación –salvo casos excepcionales más cercanos al point-guard puro– no es apetecible para los equipos, los escoltas también deben ser creadores de juego y los aleros, un híbrido capaz de anotar, asistir, rebotear y defender. Las diferentes posiciones implican una variedad de habilidades y recursos que aumentan progresivamente. Los jugadores no pueden ser especialistas en un único concepto si no que están obligados a desempeñarse en diferentes situaciones y roles. Una transformación que ha afectado sustancialmente a la posición de center desde la entrada del siglo XXI.

Durante décadas, los pívots fueron vistos como el ingrediente clave en la receta para conquistar el campeonato. Dos antiguos dichos fuertemente arraigados en ejecutivos y entrenadores lo explican perfectamente: “alimentar al hombre alto” y “el tamaño es algo que no se puede enseñar.”


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