La norma one-and-done, un paso más cerca de su eliminación

La NBA está repleta de buenas cosas. Una de ellas reside, sin duda, en su capacidad para innovar y estar siempre subiéndose al carro de probar cosas nuevas para hacer más grande su producto; así como en la capacidad de regenerarse cuando son conocedores de que en sus mecanismos internos algo está fallando y estresan ese error hasta lograr dar con una fórmula que se adecúa mucho más a sus necesidades actuales y, por qué no, a los nuevos tiempos.

En los despachos de la liga ya se llevaba tiempo mascando la posibilidad de darle una vuelta a la norma one-and-done (uno y hecho), por la cual los jugadores que quisieran presentarse al Draft debían pasar antes obligatoriamente un año en la universidad o en una liga profesional alternativa, por ejemplo, en Europa.

Esta regla, que en su día intentó resolver un problema, pero que hoy día se ha visto superada por la individualización que supone la situación personal y profesional de cada jugador, tiene ya sobre la mesa una serie de propuestas en firme que pretenden eliminarla no más tarde de la temporada que dé comienzo en 2020.

Por qué la norma

El one-and-done nació en 2005, cuando David Stern apostó por incorporar la edad mínima de 19 años para poder formar parte de la NBA. Esto no hacía otra cosa que evitar que los chicos de instituto no tuvieran la liga como la salida más inmediata. Esto, que a priori era algo realmente positivo al apostar por darle un punto más de cocción a la madurez de cada jugador, ha acabado convirtiéndose poco a poco en una situación insostenible y llena de corrupción.

Su efecto en la NCAA ha generado muchos más escándalos que alegrías. Desde resultadismos y mala competición entre universidades; hasta investigaciones del FBI a programas y jugadores universitarios que recibían constantemente pagos – dinero negro –, algo que atentaba contra las bases del amateurismo. De hecho, entre los nombres que figuraron en los documentos investigados llegaron a estar los de Markell Fultz, Kyle Kuzma o Dennis Smith.

Si nos fijamos en casos prácticos del one-and-done, vemos como en la Universidad de Kentucky se ha abrazado este modelo de una manera bastante clara. En los últimos ocho años, coincidiendo con la estancia de John Calipari en el banquillo, han pasado 21 jugadores que solamente han pasado un año en la universidad. Uno y para adelante.

Y ni hablar de lo avergonzante que fue la retirada del título de campeón a la Universidad de Louisville en 2013 debido a sus “peculiares” modos de reclutamiento.

La solución

Si el pasado abril conocíamos que la NBA y la Asociación de Jugadores de la Liga estaban estudiando eliminar ese año entre el instituto y la NBA, normativa que entraría en vigor de cara al Draft de 2020 ó 2021, hoy se han ofrecido más detalles de un nuevo proyecto que tiene la intención de iniciar un mayor contacto con los institutos y sus jugadores con la intención de formarlos adecuadamente de cara a un hipotético futuro profesional, además de acabar con la demacrada cara que muestra la NCAA durante ya demasiado tiempo.

Tal y como informa ESPN, la NBA, el sindicato de jugadores y la propia competición universitaria se han unido para lograr un acuerdo que permitirá a la NBA, gracias a un poderoso y renovado programa de formación, comenzar a trabajar con los mejores jugadores adolescentes de los EEUU bajo ese objetivo de ayudarlos a preparar de sus carreras profesionales.

La idea es aprovechar la capacidad de la Federación (USA Basketball) de saber identificar a los mejores jugadores jóvenes del país y ampliar generosamente los programas de formación actuales hasta lograr uno que llegue a formar a 80 jugadores de una tacada. Se trata de un acuerdo único, ya que es la primera vez que NBA, NCAA, sindicato y USA Basketball unen fuerzas y recursos para lograr un objetivo común.

Los detalles del programa

Este nuevo programa de formación, el cual dará su pistoletazo de salida con training camps este mismo octubre en Colorado – la sede de USA Basketball –, proporcionará a estos jóvenes talentos infinidad de recursos: una mayor atención sanitaria y médica, programas de entrenamiento específicos, expertos en rendimiento deportivo… y todo ello liderado por Ed Lacerte, mítico preparador de los Celtics.

Una vez el programa esté operativo, no solo se mejorará el aspecto deportivo con los entrenamientos, sino que se dará a los equipos de la NBA la oportunidad de trabajar con los chicos y evaluarlos durante varios años antes de que decidan declararse elegibles para el Draft. Además, el nuevo sistema busca que los jugadores que dejen el instituto y decidan ingresar en la G League durante un año antes de convertirse en profesionales puedan estar en contacto con las franquicias NBA para que estas sigan y les apoyen en su desarrollo como jugadores.

“Llevamos mucho tiempo intentando involucrarnos más en el baloncesto de élite de categorías inferiores. Realmente existe un sentido de urgencia al respecto. Este programa es exactamente lo que hemos estado diciendo que debíamos hacer”, confesaba Kathy Behrens, presidenta de responsabilidad social en la NBA.

La formación que proveerá el nuevo programa también va encaminada a instruir a los jóvenes talentos en situaciones útiles para la vida que les espera; en cómo tomar ciertas decisiones cuando se les planteen problemáticos con su desarrollo profesional; y, por primera vez, habrá sesiones de trabajo para padres y tutores, con el objetivo de prepararlos para saber cómo apoyar a sus hijos ante situaciones de estrés o ansiedad.

Bajando la edad

Desde hace un par de años, la Comisión Rice, que vela, entre otras muchas cosas, por las buenas praxis en el baloncesto universitario estadounidense, ha ido recomendando que se elimine el límite de edad para entrar en la NBA. Adam Silver, el comisionado de la liga, siempre ha señalado que ese es su objetivo para 2021, lo que coincidiría con la primera promoción que saldría de este nuevo programa de formación.

A la hora de dar pasos en esa línea, la NBA siempre ha reconocido que eliminar lo establecido en 2005 con el one-and-done no era sencillo, y por eso han preferido ir lentamente en ese proceso, estudiando diferentes vías para ver cómo afrontar esta modificación de una manera mucho más profunda.


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