Los últimos dos años no han sido nada justos con LaMelo Ball. Entre problemas físicos y pobres resultados deportivos, su repercusión mediática en la NBA parece haberse precipitado por el sumidero. En 2022, el menor de los Ball se encontraba en el centro del debate sobre el mejor base joven de la liga no llamado Luka Doncic, junto a Trae Young y Ja Morant.
Sin embargo, varias lesiones, entre ellas la fractura de tobillo que puso punto y final a su temporada de forma anticipada, lo han desplazado de estas conversaciones en favor de otros grandes talentos como Shai Gilgeous-Alexander, De’Aaron Fox, Tyrese Haliburton o Darius Garland. Un desenlace que, por otra parte, tampoco le preocupa al jugador de los Charlotte Hornets. “No me importan esas cosas”, declaró recientemente al medio ESPN. “Solo quiero asegurarme de estar bien para el equipo. Estamos trabajando para alcanzar los playoffs.”
Jugar la postemporada no presenta un reto especial para muchas franquicias, pero el contexto histórico es muy diferente en Charlotte. Los Hornets solo han firmado balance positivo en cuatro ocasiones en los últimos veinte años. Y las tres veces que jugaron playoffs cayeron eliminados a las primeras de cambio, sufriendo una barrida en dos de ellas.
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