Desde que en el año 2013 LeBron James completase su última temporada redonda como profesional —dos anillos, dos MVP de temporada regular y dos MVP de Finales ganados de forma consecutiva por aquel entonces—, la situación en la NBA cambió notablemente. En 2014 los Spurs devolvieron la moneda a Miami, James se mudó de ciudad semanas después y casi sin tiempo para digerir el cambio, surgió el fenómeno de Stephen Curry y los Golden State Warriors.
Tres años más tarde de aquella época de miel sobre hojuelas James está a un solo triunfo de conseguir su tercer anillo. No sabemos qué ocurrirá el domingo, pero es obligatorio detenerse ante el jugador que tiene todas las papeletas para levantar, al menos, un trofeo cuando termine la semana: su tercer MVP de las Finales.
Tras seis partidos ante Golden State, LeBron James es el líder de ambos equipos en puntos (181), rebotes (68), asistencias (51), tapones (13) y robos (16). King James promedia 30,2 puntos, 11,3 rebotes, 8,5 asistencias, 2,2 tapones y 2,6 robos por encuentro en unas Finales de la NBA, números que unidos a la falta de regularidad de Klay Thompson y Stephen Curry le colocan como el máximo favorito al premio al jugador más valioso de la eliminatoria.
En 2015 James recibió votos para el MVP de las Finales pese a que su equipo cayó de forma clara por 4 a 2. Este año ha vuelto a echarse a los Cavaliers a la espalda, pero con una mayor eficiencia —51,4% es su porcentaje en tiros de campo—, además de promediar 41 puntos, 13,5 rebotes, 7,5 asistencias, 3,5 tapones y 3 robos en los dos partidos en los que Cleveland ha estado al borde de la eliminación. Es el MVP de largo y ahora es el turno de las once personas con derecho a voto que ha designado la NBA para refrendarlo.
Al resto, periodistas y aficionados, solo nos queda reconocer la grandeza de un jugador que carga con el peso de una franquicia y una ciudad —Richard Jefferson escribió sobre ello ayer— a la vez que es criticado y alabado desde antes de que llegase a la NBA. James ha sido el mejor de los 26 jugadores que han pisado la pista durante las presentes Finales. Es el momento de no pasarlo por alto.