Los Philadelphia 76ers han devuelto muchas más preguntas que respuestas tras caer derrotados en los tres primeros partidos de la temporada. Si bien es cierto que la muestra es todavía muy pequeña y que en muchas ocasiones se cae en el error de sobre reaccionar en estas primeras semanas del curso, también lo es que la imagen ofrecida dista mucho de la de un equipo que aspira a luchar por el campeonato.
La dupla formada por Joel Embiid y James Harden, a la que se ha unido el emergente Tyrese Maxey en calidad de tercer vértice del triángulo, se ha propuesto como objetivo alcanzar las Finales de la NBA, una ronda que llevan persiguiendo varios años en Philly y que, de momento, se ha resistido. De hecho, los 76ers han caído eliminados en Semifinales de Conferencia en hasta cuatro ocasiones en los últimos cinco años.
Así, cualquier cosa que no sea jugar las Finales de la NBA supondrá un fracaso. No solo está en juego el éxito del curso, sino también toda una retahíla de decisiones e incorporaciones bajo la cuña de The Process que, hasta el momento, no han disparado más que cartuchos de fogueo. De los Ben Simmons, Markelle Fultz, Jahlil Okafor, Nerlens Noel y compañía ya solo queda Embiid y las dudas acerca de su salud aún acompañan a este.
Este verano, además, la gerencia apostó sobre seguro con las llegadas de De’Anthony Melton, P.J. Tucker, Danuel House Jr. y Montrezl Harrell de cara a reforzar y equilibrar el fondo de armario. Pero de momento las cosas no han empezado siquiera a carburar.