Los quince pasos de LeBron James

LeBron James se ha sumergido en aguas completamente desconocidas para él. A lo largo de una extensa y prolífica carrera que se prolonga ya durante 18 temporadas, tan solo en tres de ellas no ha disputado los playoffs. Catorce campañas acompañadas de una cifra inmaculada: en todas había superado la primera eliminatoria de post-temporada. 14-0. Hasta ayer.

Los Phoenix Suns destrozaron esta marca después de imponerse a Los Angeles Lakers en el Game 6, apartando a LeBron de su camino hacia un nuevo anillo. Los 47 puntos de Devin Booker completaron la gesta revolucionaria de Arizona y empujaron al de Akron a un escenario completamente nuevo.

Hasta esta eliminatoria nunca había perdido dos partidos consecutivos en primera ronda. Y mucho menos había saboreado el amargo sabor de la decepción temprana. Una eliminación teñida de muchos matices, incluido el de saber que ha rendido a un nivel muy alejado del habitual. Su promedio anotador en la misma, 23,2 puntos, supone su marca más baja desde las Finales de Conferencia de 2014 (22,8) y la cuarta peor de su carrera tras los 22 puntos recopilados en las Finales de 2007 y los 17,8 tantos en las Finales de 2011, ante San Antonio y Dallas, respectivamente.

Lo cierto es que no solo falló LeBron, si es que algo se le puede achacar más allá de las limitaciones propias a consecuencia del grave esguince de tobillo sufrido el pasado mes de marzo. Ya a principios de mayo avisaba de la severidad de la situación: “No creo que vuelva a estar al 100% en mi carrera. Es imposible.”

Apenas ocho meses antes, el escenario era completamente opuesto. Festivo. Los Angeles Lakers se coronaron como campeones de la NBA dentro de la burbuja organizada por la competición en Orlando. Corría el champán y alegría después de una temporada tremendamente complicada debido a la pandemia por el COVID-19. Sin tiempo para celebraciones –y mucho menos para tomar el debido descanso–, la temporada 2020-21 arrancaba apenas 72 días después de aquel logro. Y con ello, la secuela de una película que no estuvo a la altura del film original.

LeBron James y Anthony Davis, quienes habían devuelto la gloria a la familia Laker por 17ª vez en su historia, pasaron la mayor parte del curso tratando de gestionar lo mejor posible el cansancio acumulado durante la anterior campaña. Y de una variedad de lesiones que se sucedían y aumentaban, en cantidad y gravedad. El interior se perdió un total de 36 partidos. El esguince de James lo obligó a parar en otros 26. Los Lakers lo pagarían con una mala segunda mitad del calendario y el riesgo de quedarse incluso sin playoffs. Así, ambas estrellas se vieron obligadas a exprimirse al máximo para evitar la debacle y cerrar su objetivo, play-in mediante.

El precio a pagar por el esfuerzo sería fulminante. Davis recayó de su lesión en el cuarto partido ante los Suns. LeBron, por su parte, nunca llegó a regresar del todo. “Ha sido realmente agotador”, reconoció el cuatro veces MVP de la temporada. “Mental, física, espiritual y emocionalmente. Para todos los equipos lo es, pero para nosotros y Miami, después de una temporada tan larga en la burbuja, ha sido especialmente agotador.”

Un dato significativo de lo que resultó la serie para LeBron ha sido compartido por ESPN Stats. El 42% de los intentos del alero llegaron desde la línea de tres puntos. Esta cantidad supone un 11% más que el pasado curso. En el resto, nunca superó el 28%.

Sin Davis en pista, los Suns optaron por colapsar la pintura. Desproteger el perímetro nunca resultó una amenaza: los Lakers solo encestaron un 29,9% de sus triples. 9,8 por partido, cifra únicamente empeorada por los Wizards (7,0) y casi duplicada por los Utah Jazz (16,8).

Las responsabilidades, por supuesto, son mucho más profundas y compartidas. Las incorporaciones realizadas terminaron por lucir mejor, nombre por nombre, que dentro de un esquema colectivo. Dennis Schröder nunca cumplió un rol de director de orquesta, mientras que las fortalezas y debilidades de Marc Gasol, Andre Drummond y Montrezl Harrell arrojaron más dolores de cabeza que virtudes.

A la hora de la verdad, los soberbios ajustes realizados por Frank Vogel en 2020 dieron paso a la pasividad y la falta de reacción. El técnico apostó por quintetos grandes carentes de disparo. No rodeó de tiradores suficientes aquellos esquemas basados en LeBron. Y no maximizó la producción de Davis como ‘5’ cuando estuvo disponible. La dupla estelar todavía es capaz de liderar a los Lakers hacia las cotas más altas posibles. Pero necesitan ayuda. Así, todo el peso recayó sobre la pareja, incapaz de responder en playoffs, completamente exhausta. En esta ocasión, no hubo ningún Rajon Rondo para agilizar la ofensiva ni un Dwight Howard dispuesto a pelear con quien fuera en la zona.

Antes de su lesión, LeBron había rendido a nivel de MVP, mientras los Lakers se situaban como claros candidatos a revalidar el título. Todo se desmoronó en unos pocos meses. Peor que la derrota fue la sensación de impotencia y la carencia de alma para intentar revertir la situación. Durante la serie ante Phoenix Suns, los angelinos no solo cojearon físicamente, sino también mentalmente. Y terminaron pagándolo.

No obstante, caer en la tentación de dar por muerto a este equipo resulta imprudente. Así ha ocurrido durante los últimos años con LeBron. Posiblemente, este año hemos presenciado su versión más humana. Y, aún así, estuvo a la altura del galardón al mejor jugador de la temporada. Que no quepa duda de que los Lakers volverán a la carga el próximo año.

De momento, esta eliminación deja una pequeña víctima. El registro de primeras rondas solventadas con triunfo de LeBron se ha detenido en catorce. 14-1. A solo dos del 16-0 fijado por Robert Horry y Derek Fisher. Pero por delante de Michael Jordan (10-3) y Kobe Bryant (13-2), el fantasma al que persigue y la versión más cercana de este.

Ahora, tendrá más tiempo para descansar y reflexionar. LeBron James no se irá a ninguna parte. Los Angeles Lakers tampoco. Mientras tanto, los playoffs siguen adelante, ansiosos por encumbrar a su nuevo campeón.

(Fotografía de portada de Christian Petersen/Getty Images)


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