Luol Deng; el espejo ético de Jimmy Butler

El éxito es un 1% de inspiración, y un 99% de transpiración.

Jimmy Butler entendió estos porcentajes; y por eso hoy es uno de los jugadores más completos de la NBA.

Es una verdadera lástima que Los Angeles Lakers deban visitar a los Pelicans esta madrugada. De no ser así, la franquicia californiana podría haber viajado con un día de antelación a Illinois, donde mañana se enfrentarán a los Chicago Bulls en un peliagudo back-to-back.

Entonces, al caer la noche, mientras algunos se hubieran quedado jugando a las cartas y otros saliesen a tomar una copa, Butler y Deng podrían haber cogido sus macutos, visitado un pabellón, encendido los focos, y entrenado un rato. Por los viejos tiempos.

‘Un día en la oficina’

Si no te llamas Allen Iverson, si no te llamas Tracy McGrady, si tu nombre es Luol Deng, necesitas entrenar. Necesitas, casi literalmente, matarte a entrenar. Y así, y sólo así, puedes lograr una longeva carrera en la NBA, que ya supera la docena de años, y ser conocido por toda la liga como ese jugador de equipo por el que todo entrenador bebe los vientos.

Deng, formado en Duke, drafteado por los Suns, consolidado durante casi una década en los Bulls, visitado fugazmente Cleveland y ahora ejerciendo de docente en los Lakers, ha mantenido una constante durante toda su carrera NBA: una ética de trabajo intachable. Y, ya veterano en Chicago, tuvo tiempo de recibir una piedra por pulir; un pupilo al que adiestrar. Al que traspasarle su secreto.

«Así es como lo entiendo: No veo qué más puedes hacer el resto del día. La profesión que tenemos es terriblemente indulgente. Sólo entrenamos una hora y medía al día. ¿Qué haces con el resto del día? ¿Por qué no vienes aquí y trabajas en tu juego? Lanza. Ve algún vídeo. Porque todo lo que vas a hacer es sentarte en casa y jugar a videojuegos en tu teléfono». Así entiende el día a día Butler y lo cuenta al Chicago Tribune; se nota que tuvo un estupendo maestro.

Pero ya son 27 años, y quién un día fue aprendiz, hoy ya viste togas de prior. Y Butler, además, ya tiene a sus propios discípulos. El ’21’ está muy orgulloso de cómo han captado el mensaje Doug McDermott y Bobby Portis. «Estos chicos están comprando la idea, lo cuál es genial. Cuando te enamoras del proceso, te das cuenta que tu confianza proviene esencialmente de tu trabajo».

Choque de infatigables

Sabe que su otrora maestro está orgulloso de lo que está haciendo en los Bulls, donde ya se erige como líder absoluto. Alcanzado el All-Star, Butler no cesa; no se conforma.

En lo que llevamos de temporada sus números son mejores que nunca. Jimmy está promediando 25,8 puntos, casi 5 más que el curso pasado. Su promedio de rebotes es de 6,6, y su acierto de cara al aro refleja un 49% en tiros de campo, un 42,3% en tiros de tres, y un destacado 88,7% en tiros libres; todo picos históricos personales.

Y mañana, quiere dar una lección más. Venciendo a su mentor. Dejando claro que el buen inicio de los Bulls no es quimera. Exhibir una solidez que destripe las dudas de principios de campaña con este equipo. Resulta que esto, más que le pese a George Martin, no es un Choque de Reyes. Es un choque de aleros, un choque de currantes, un choque de generales del perfil del que se embarra hasta el cuello para dar ejemplo a sus tropas.

«Cada vez que le miro, sé que le debo un poco de lo que soy», evoca Butler con sonrisa astuta. «Por eso voy a demostrarle lo que su protegido está haciendo». Mañana, básquet de melancolía en el United Center.

Wade lo sabe

Éste es otro. Su talento es muy superior al 1%, pero no por ello le restamos un ápice a una carrera de sacrificios. Dwyane Wade sabe reconocer a un igual cuando se lo cruza. «No es una fachada. No es suerte. Es la forma en la que es capaz de jugar noche tras noche. Él ya entiende eso ahora. Y una vez alcanzado ese nivel, es toda una responsabilidad mantenerse en él. Pero él quiere, y creo que tiene todas las herramientas para hacerlo», afirma Flash sin vacilar.

De la semilla al fruto

Ambas franquicias ya vieron atravesados sus caminos la semana pasada, cayendo la victoria del lado de la Windy City. Ahí Jimmy fue Buckets’: 40 puntos.

Qué lejos quedan sus años rookie y sophomore, cuando compensaba con su ya temprana excelencia defensiva su inoperancia en ataque (2,6 y 8,6 puntos). En aquella época la joven perla recurría a su entrenador asistente Adrian Griffin y al propio Deng, para extenuantes sesiones de duro entrenamiento en el Berto Center de Chicago.

«Colega, me encanta ese chico», decía Deng en una entrevista concedida al Tribune en noviembre de 2012. «Sé lo que es esta liga, sé la oportunidad que tiene frente a él. Tiene todo el talento del mundo. Así que sólo quiero ayudarlo. Vamos al gimnasio todas las noches y lanzamos nuestros tiros y hablamos sobre el juego. Es el tipo de relación que tenemos. Y realmente la aprecio».

El aprecio es mutuo; Butler llama a Dieng «mi chico» [my guy]. Mañana habrá respeto en la madera. Pero también habrá un reto. Un duelo. Y en un futuro cercano, Butler regresará al Advocate Center quizás acompañado de Portis o algún otro joven hambriento y con ganas de trabajar. Como Deng y Butler hicieran una vez. La espiral se completa.

Duelo de revelaciones

«Nuestros chicos mayores han sido grandes mentores para estos jóvenes», cuenta hoy el entrenador Fred Hoiberg. «Lo mejor de estos chicos es que los verás aquí en el gimnasio a las 6 o 7 de la noche, apostando por el trabajo extra. De eso es de lo que se trata, de estar listo cuando digan tu nombre».

Los Lakers están siendo una hermosa e inesperada sorpresa; los Bulls una incógnita que se empieza a despejar. Ambos tienen dos grandes aleros con su carga de responsabilidad en sus respectivas medidas. Y de lo que nos regalen mañana en el parqué, y de sobre todo lo bueno, las largas horas de entrenamiento no programado tendrán muchísima culpa.


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