Trae Young, a la sombra de nadie

La NBA es diferente por muchísimas cosas, pero quizás sea su capacidad para generar historias sin parar lo que más la separa de otras grandes ligas del deporte mundial. Es un no parar. Y hay veces que nos encontramos tan atrapados en ese torbellino de información/ocio/barbaridades que no nos damos cuenta de la importancia que eso tiene en el brutal impacto que genera a diario en sus aficionados. Es bestial… Y genial.

Decenas de historias en cuestión de horas. Y así durante meses. En el menú de hoy, 28 de febrero de 2019, un matchball salvado por LeBron a una pierna, un partido fantástico entre los Kings y los Bucks (siempre que los Kings juegan contra un gran equipo merece la pena), otra derrota dolorosa de los Celtics (ojo a la tendencia), un triple tan mágico como imposible de Dwyane Wade para batir a los Warriors sobre la bocina, un tropiezo inesperado de los Nets, el ya famoso step-back de Luka Doncic y dos buenas victorias de Spurs y Jazz. Todo eso (alguna cosa me olvido seguro…), además del que por fin va a ser el tema de esta columna: el nivel absolutamente salvaje al que está compitiendo Trae Young.

Hace ya tiempo que encontró su tiro. Y con él llega esa fantástica sobredosis de confianza que convierte, en su caso, a un buen jugador (lo ha sido desde el principio) en esa bestia que no paraba de generar puntos, asistencias y highlights la temporada pasada en la Universidad de Oklahoma. Ese jugador que mantiene al espectador en vilo en cuanto cruza el medio campo. Por lo que pueda pasar…

El impacto del tiro

  • Noviembre – 19,8% T3 – 14,0 puntos – 8,1 asistencias
  • Dic/Ene – 34% T3 – 17,3 puntos – 7,1 asistencias
  • Febrero – 43,7% T3 – 23,3 puntos – 9,3 asistencias
  • Últimos 5 partidos – 45% T3 – 28,2 puntos – 9,4 asistencias

Desde que empezó 2019, Young no ha parado de crecer. Partido a partido, posesión a posesión, hasta convertirse en una mejor versión de ese jugador que dominaba el baloncesto universitario la temporada pasada. Pero ahora en la NBA, compitiendo contra el primer nivel mundial.

La amenaza constante con su cañón, el manejo de balón que evoluciona con el jugador, las finalizaciones cuando va hacia dentro (bombas, bandejas…), la fantástica visión de juego que le permite explotar las ventajas generadas por su juego y el liderazgo, el carácter. Young lo controla todo. Es el jefe, el gran responsable de todo lo que pasa sobre los parqués en Atlanta. Y casi todo lo que está pasando es buenísimo.

Comparaciones inevitables y hambre

Sus dos últimas exhibiciones (el 36+8 de ocho triples vs Houston y el 36+8+10 de ayer) son el actual último pico de una temporada en la que parece que ha crecido lo que otros tardan tres en crecer. Él no llegaba tan preparado a todos los niveles como Doncic ni tiene un físico tan NBA como Ayton, Sexton o Miles Bridges. Pero es un superdotado a nivel mental. Y un jugador cuyas habilidades encajan perfectamente con el baloncesto actual.

Para bien o para mal, Young estará ligado de por vida a las comparaciones con dos auténticos monstruos del deporte de la canasta. Por un lado, Stephen Curry, el primero de su especie (puede que el único), tres veces campeón de la NBA y dos veces MVP. Por otro, Luka Doncic, el ‘coco’ actual de su generación al que siempre le unirá aquel famoso traspaso de la noche del draft. Pero creo, sinceramente, que no es un talento de los que se quedan a la sombra de las comparaciones. Tiene hambre y va a dejar su propia marca en la NBA.


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