Un bloqueo vale más que mil palabras

«Go get it», le dijo Stephen Curry a Klay Thompson. Estaban en el vestuario, descansando tras una primera mitad histórica en la que los Golden State Warriors se fueron hasta los 92 puntos, la mejor marca de siempre para un equipo visitante en los primeros 24 minutos y la segunda mejor en general (107, Suns en 1990). ¡92 puntos! Poca broma…

En ese momento, cuando Curry levantó la mirada de la hoja de estadísticas para referirse a Klay, el escolta llevaba 10 aciertos. Explosión. Cinco más de los que había conseguido en los primeros siete partidos de su equipo y a solo tres del imposible récord de su compañero y amigo.

Y os vais a reír. Sobre todo porque no hablé de él cuando se fue hasta los 51… Pero creo que hoy, en el día de Klay, hay que hablar de Stephen Curry.

Porque el récord era suyo. Él es el rey del triple. Pero por muchísimas cosas más.

Compañerismo, el mejor de los secretos

Él fue el primero que animó a Klay a romper su propia marca. Fue el primero que se lo puso en la cabeza, según confesó el escolta tras el partido. Fue quien se lo recordaba a los comentaristas durante el partido (lleva 11, lleva 12…) y fue también quien avisó a Steve Kerr, que no había caído en la importancia de la actuación individual del ’11’ escondida entre semejante lluvia de puntos.

Curry estaba en todo. Y no paraba de buscar a Klay. Tenía que batir el récord. Su récord…

Dio la asistencia en el decimotercero y, como tantas y tantas otras veces (pasó incluso en el propio partido durante la primera mitad y pasa en las dos direcciones: Curry para Klay y Klay para Curry), fue el encargado de colocar el bloqueo indirecto que permitió al escolta levantarse para clavar el decimocuarto. Explosión.

Klay batió el récord mediado el tercer cuarto y Steph levantó los brazos al cielo. Su amigo acababa de hacer historia. Su historia…

«Los récords están para romperlos. Estoy contento de que haya sido mi compañero y de haber podido presenciarlo en persona», aseguraba el ’30’ de los Warriors. Palabras que subrayan lo visto sobre la cancha. Y cómo hacen equipo estas cosas…

14 triples en un solo partido. Esta vez (muy de Klay esto…), 52 puntos totales en 26 minutos de juego. Del agujero (5/36 hasta ayer en siete partidos) a la mejor marca de todos los tiempos. Así es Klay Thompson. Y de uno a otro en la sombra.

Tras un salvaje grito de rabia mientras recibía el merecido aplauso de la afición rival y las felicitaciones de todos sus compañeros, Klay volvió a agachar la cabeza camino del banquillo. Es así… Y mañana será otro día. Otra posible explosión. Otro posible bloqueo en cualquier dirección.


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