El insultante dominio ejercido por Nikola Jokic compone la particular narrativa que lo dirige —si nada se tuerce— hacia su tercer premio al MVP de la temporada, lo que lo convertiría en el primer jugador desde Larry Bird en lograr tres distinciones consecutivas. El mismo Bird con el que Gregg Popovich, entrenador jefe de los San Antonio Spurs, lo comparó hace un par de años.
Durante las últimas temporadas, el serbio ha regalado a los aficionados de los Denver Nuggets un espectáculo tan digno de contemplar como difícil de replicar. Salvo que sea él mismo el protagonista de esta mejoría. Jokic ha sido capaz de coger cada una de sus temporadas como mejor jugador y transformarla en una versión aún más perfecta que logra impulsar el techo competitivo, tanto de sí mismo como de sus compañeros.
El pasado curso se vio obligado a hacer horas extras ante las ausencias de Jamal Murray y Michael Porter Jr. Sus 27,1 puntos y 13,8 rebotes supusieron su máximo de carrera y las bases estadísticas para que, a pesar de las lesiones, los Nuggets se clasificaran de forma directa para playoffs.