¿Qué pasa con vosotros, Bulls?

“Fire Hoiberg”, clamaba el público del United Center el pasado viernes. Quedaba menos de un minuto para que acabara la velada, Chicago caía por tercera vez como local ante los Celtics y era eliminado sin ni siquiera forzar el séptimo duelo de la. “Despedid a Hoiberg”, era el grito con el que una afición que hace dos décadas estaba instalada en el éxito absoluto despedía a su equipo, golpeado por Boston, un Boston que simplemente supo aprovechar las carencias rivales y la baja de Rajon Rondo para imponer su superioridad y pasar del 0-2 al 4-2 en la serie.

“Fue un partido frustrante, de eso no hay duda”, explicó un  Fred Hoiberg ya de vacaciones, tras su segundo curso en los Bulls donde sólo ha conseguido en uno de ellos meterse en las eliminatorias por el anillo, con el resultado visto ante los Celtics. Fuera en la primera ronda.

¿Se podía esperar más de estos Bulls?

Quedarse sin playoffs en 2015 condujo al plantel de la Ciudad del Viento a una reconstrucción basada en dos pilares fundamentales, y veteranos:  Rajon Rondo y Dwyane Wade. En el curso 2015/16, los Bulls firmaron 42-40 y se vieron fuera de la post temporada, algo que curiosamente no ha sucedido en la presente campaña, donde un 41-41 les valió para ser octavos en el Este.

Esos Bulls del debutante Hoiberg  no estuvieron en la pelea por el anillo tras siete temporadas de presencia consecutiva. Un palo que trajo consigo la remodelación de la plantilla, con las salidas de Derrick Rose, Joakim Noah o Pau Gasol, entre otros, y las llegadas de Rajon Rondo, Dywane Wade o Robin Lopez. Alrededor de las nuevas incorporaciones, todo se seguiría construyendo bajo la batuta de su jugador franquicia. Y sin embargo…


Sólo un arreón final en la Temporada Regular 2016/17 hizo que los Bulls abrazaran un puesto de playoffs algo más barato en el Este que en otros tiempos pasados. Entre enero y febrero, el vestuario era un polvorín, tras los problemas con Rondo, que no se hablaba con algunos de los compañeros y llegó a estar fuera de la rotación varios encuentros, la lesión de Wade o la falta a algún entrenamiento de Nikola Mirotic. Pero los Bulls se repusieron de manera notable y lograron el mínimo exigido, que no era otra cosa que pelear por el anillo. Incluso muchos, llegados a este punto de abril, les dieron como favoritos por encima de los Celtics. Las cosas empezaron con 0-2 para los de Chicago frente a un Boston algo atónito por lo que estaba sucediendo y ciertamente afectado por la trágica muerte de la hermana de Isaiah Thomas.

La lesión de Rondo

Pero, en el momento menos oportuno, los Bulls vieron cómo se les iba la serie por el sumidero. Con 0-2 y la posibilidad de sentenciar en casa, después de lograr dos victorias a domicilio, los de Hoiberg sufrieron la peor de las noticias deportivas: Rajon Rondo caía lesionado. El base, que llegó a ser prescindible hace meses, ahora era imprescindible. Sin él, 0-4 para los Bulls y eliminados. Un dato que habla bien a las claras del impacto del jugador sobre la plantilla: con Rondo en pista, 108,5 puntos por partido para los suyos; sin él, 93,0. Con Rondo vestido de calle, afloraron las carencias de Hoiberg a la hora de decidir qué hacer. Desde el tercer partido, el preparador dio rienda suelta a una política extrañísima de rotaciones, nada afinada, que terminó por situar a Isaiah Canaan, con el que no había contado mucho en toda la Liga Regular, como hombre de referencia en el timón de Chicago. Canaan mantuvo el tipo, sí, en lo que era su debut profesional en los playoffs (11,7 puntos, 1,3 asistencias 1,0 robos en 31,7 minutos por partido). Sin embargo, de mantener el tipo a ser la solución, hay un abismo.

Rondo dejó un hueco duro, pero ¿por qué no confió más en Jerian Grant, al que dejó casi en el ostracismo tras el cuarto partido? ¿Por qué no hizo lo propio con Michael Carter-Williams, Anthony Morrow y Cameron Payne? Los dos últimos habían llegado en el mercado de febrero, a cambio principalmente de Taj Gibson, un titular sólido en los Bulls. Payne y Morrow venían a ser fuerza exterior en previsión de que la cuestión de Rondo, entonces sin los minutos que luego sí tuvo, se alargara o terminara de estallar. Rondo revirtió el asunto, pero para cuando fue baja por lesión, para cuando era el momento de Morrow o Payne, Hoiberg miró hacia otro lado.

El futuro, ¿sin Wade?

Acabada de manera decepcionante la campaña, los Bulls ya miran al porvenir. Jimmy Butler, con contrato hasta 2019 y una opción de jugador para la 2019/20, ha dicho que quiere seguir en el proyecto. Y de paso ha aprovechado para animar a la franquicia a que retenga a Rondo, que tiene firmados  13,4 millones de cara a la 2017/18, de los cuales sólo son garantizados 3 hasta el 30 de junio. Antes de esa fecha los Bulls deberán decidir si ejecutan el resto del contrato y extienden el cheque de los 10,4 millones restantes o separan caminos, le dan a Rondo sus 3 millones garantizados y buscan algo mejor en el mercado.

No obstante, en Rondo no se acaban los dilemas.  A diferencia de los que sucede con el director de juego, sobre cuyo futuro sí tienen potestad los Bulls, en el caso de Wade, deberá ser el deseo de la estrella veterana de la NBA el que marque las cartas. Y Wade no tiene prisa ninguna. Cuando llegó a su Chicago natal en junio pasado, suscribió un acuerdo por 23,2 millones de dólares de cara a la 2016/17 y una player option para la 2017/18 de 23,8. Wade ya ha afirmado que, recién acabada su 14ª temporada en la NBA, no tiene está preocupado por su futuro. “Estoy muy lejos de todo eso”. Aunque sí ha dejado caer que buscará estar en una franquicia con pretensiones de luchar por el campeonato, algo que con los Bulls no ha vivido y que quizá no viva. En su día, Flash aseguró que todavía no estaba en el momento de firmar por el mínimo por algún equipo que le pusiera en disposición de ganar su cuarto anillo, que él se conformaba de momento con competir y tener opciones de llegar lejos en los playoffs. Eso fue en 2016, con Chicago en el horizonte. Ahora, casi 365 días después, el de Illinois ha podido probar en su propia piel cómo andan las cosas en su tierra natal.

El caso de Mirotic

Otro ejemplo claro de las turbulencias a través de las que ha volado Chicago durante todos estos meses. De carne de traspaso, de estar fuera de la rotación y no asistir a algunos entrenamientos, a pieza interesante en el empuje final de los Bulls que les hizo meterse en playoffs. Eso sí, los tres curso de Mirotic en la NBA y en los Bulls distan mucho de ser exitosos, ni siquiera aceptables a ojos de muchos críticos. Acaba contrato y los Bulls pueden hacerle agente libre restringido con una oferta cualificada de 7,2 millones para la temporada 2017/18 o pueden dejarle volar, no confiar más en él y su margen de mejora, a pesar de que tiene 26 años, y destinar ese puñado de millones a otras piezas.

No parece claro el interés por la continuidad de Mirotic por parte de los Bulls, que sin embargo sí optarían por edificar un nuevo proyecto alrededor de Hoiberg, una tercera oportunidad para el técnico, no directamente cuestionado por las altas esferas de los Bulls, más preocupados en resolver su tablero en la pista que en mirar culpables en la banda. En el United Center, algunos no pensaban igual el pasado viernes.


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