No son el peor conjunto de la NBA, tampoco presentan el récord menos vistoso de la Conferencia Este. Ni el penúltimo. Algo está cambiando en la liga. Está emergiendo un cadáver comatoso durante los últimos cuatro años hábiles (34-48 como mejor récord desde el año 2013). Los Philadelphia 76ers empiezan a enseñar los dientes.
Y lo han hecho a partir de la llegada del nuevo año 2017. Hasta entonces, la temporada de los 76ers era correcta, mejor que todos los descalabros anteriores, con brotes sobresalientes como la aparición de Joel Embiid pero sin excesiva brillantina. Balance de 8-24 hasta entonces. Exactamente uno de cada tres partidos ganando.
No para tirar cohetes, pero sí un oasis dentro de los tiesos 10-72 y 18-64 de las dos últimas temporadas. Pero llegó enero de 2017. Y la recogida de la mejor cosecha en cinco años.
Mes de enero
Con 12 encuentros disputados hasta la fecha en el nuevo año, los Sixers alcanzan un récord de 9-3. Sí, nueve partidos cerrados satisfactoriamente para el proyecto triste y profundamente mimetizado con la derrota.
No han sido, tampoco, partidos fáciles. Con rivales para ensañarse. Minnesota, Brooklyn, New York, Charlotte, Milwaukee en dos ocasiones, Toronto, Portland y Clippers fueron pasados por el cuchillo… La penúltima victoria, sin Joel Embiid y con Blake Griffin de vuelta en el rival. Los cánones de la NBA se están reagrupando. Enfrentarse a Philadelphia ya no es mera ruta turística por la corteza de Estados Unidos. Hay que emplearse para siquiera competir.
Actualmente, los 76ers están en 17 victorias, siete más que en todo el lúgubre pasado curso (10). Y el recién ingresado coordinador de filas –Joel Embiid– ha dicho que quiere los Playoffs esta misma temporada. ¿Fanfarronería o un anhelo posible? Lo cierto es que el conjunto que dirige Brett Brown está a cinco partidos del octavo lugar que delimita la postemporada (propiedad de Chicago ahora mismo).
¿Cómo lo han hecho?
Expuestos los datos, la cuestión que emerge está clara: ¿cómo han conseguido los 76ers en solo una temporada pasar de adefesio de la liga a rival serio y potencial candidato a los Playoffs? La respuesta, además de en un pívot con raíces camerunesas, está en la defensa. Y en más variables. Veamos.
Los Sixers son el 11º mejor conjunto de la NBA en defensa por cada 100 posesiones (106,9 puntos) y el 13º equipo que menos tantos encaja por noche (104,9).
La corteza de su muralla contrasta con lo bisoño todavía de sus métricas ofensivas: peor equipo en puntos por 100 posesiones de toda la liga 101,5) y cuarto peor equipo midiendo los tantos anotados en cada partido (99,5). Son, pues, un equipo conseguido, primero, desde atrás.
A su optimización defensiva, los 76ers también añaden más rapidez de ejecución. Con Sergio Rodríguez y T.J. McConnell a ritmo de notable y la capacidad lectora de Joel Embiid, el juego de Philadelphia ha ganado en inteligencia. Son el 12º equipo de la temporada con más posesiones por 48 minutos de juego. Juegan más rápido y lo hacen de manera más inteligente. E insistimos en el denominador común: tienen a Embiid.
Aunque no se prodiguen en valores demasiado altos en ataque, sí hay evidencias de esta mayor fluidez y circulación de juego: Philadelphia es el 10º equipo de la NBA en asistencias (23,1). Pocas canastas pero sí juego en equipo y correcta circulación de pelota.
Triples
También hay mejora desde fuera. Los actuales Sixers son el 7º equipo en triples anotados por partido (10,5).
En suma, triples, defensa, circulación, IQ, circulación… y Embiid, que promedia 19,8 puntos, 7,8 rebotes, 2,1 asistencias 2,5 tapones o 46,2 en tiros de campo… siendo todavía un novato. Ni medio año completo como profesional NBA y está seriamente llamado a llegar a disputar el All-Star (solo nombres históricos consiguieron algo así).
Los años del tanking han terminado. Los Philadelphia 76ers vuelven al mapa. Les han crecido los dientes. Y han empezado a enseñarlos con Joel Embiid en formato de superestrella. Desde el principio.